Con el pretexto de una intriga policiaca, centrada en la misteriosa desaparición de dos colegialas en un internado, Eduardo Mendoza pretende trazar una caricaturesca sátira de la sociedad española actual. El protagonista y narrador representa a ese mundo de los marginados, que ha aceptado con resignado fatalismo la imposibilidad de superar su situación. Como telón de fondo y contrapunto, aparece la figura de un industrial adinerado que logra eludir sus responsabilidades ante la justicia. La acción se desarrolla a ritmo vertiginoso, con una intriga embarullada cuya solución no resulta, convincente.
El protagonista narra les hechos con vivacidad y desenfado, mezclando un lenguaje vulgar, entreverado de alusiones socio-políticas, con otro más culto que proporciona el contraste. El principal objetivo es poner en solfa cualquier tipo de valor y de autoridad, con detalles esperpénticos y alusiones de vez en cuando destaca algún chispazo ingenioso. En conjunto, su crítica social incurre en tópicos manidos para dejar el poso de una postura vital amarga y cínica. Un paso decepcionante de la carrera de un escritor que despertó gran interés con La verdad sobre el caso Savolta, su primera novela publicada en 1975.