Sapolsky, neurobiólogo de la conducta y especialista en divulgación científica, nos acerca de una forma distendida pero rigurosa al resultado de algunas de las investigaciones más recientes sobre genética. En la primera parte Sapolsky aborda el debate en torno a si lo que determina nuestra conducta son los genes o si es el entorno (el ambiente o la educación). Para Sapolsky la conducta es el resultado de la interacción entre genes y ambiente. De manera que los genes, pese a su incuestionable importancia, no lo explican todo y así, por ejemplo, un ambiente sobreestimulado puede corregir de adulto ciertas deficiencias genéticas de orden cognitivo. En la segunda parte trata algunas de las varias formas en las que interactúan el cerebro y el cuerpo. Sapolsky rechaza el dualismo y apuesta por una concepción del cerebro como un órgano biológico más integrado en un todo y no como la sede de la mente, la cual estaría, consecuentemente, en todo el cuerpo.
En la tercera parte se habla de la influencia de la sociedad en los individuos (así ciertas sociedades estimulan la aparición de determinadas enfermedades congénitas); también de por qué un individuo de una especie atrae a otro del sexo opuesto; el sentido de la cooperación entre los individuos de las sociedades (humanas o no); las diferentes relaciones culturales respecto a los difuntos y, finalmente, de esa nostalgia que sentimos por nuestra vida pasada a medida que envejecemos.
Se trata de un libro escrito desde la perspectiva de un biólogo que se confiesa ateo. Que el autor nos presente una visión naturalista del hombre es algo comprensible dado el contexto y su formación. Pero cuando en uno de los capítulos se dedica a formular tesis sobre su visión negativa de la religión haciéndolas pasar por conclusiones de la ciencia, en rigor nos está mostrando más bien sus prejuicios ideológicos.