Publicado en 1975, este relato fue escrito por William Kotzwinkle (Pensilvania, 1938), famoso por ser el autor de la novela basada en la célebre película E.T., de 1978. El relato cuenta los preámbulos y el dramático parto de Diane, que tendrá que asumir con su marido Laski el fracaso de una esperanza. Los dos son artistas jóvenes que viven apartados del mundanal ruido en una perdida casa en la montaña, rodeados de bosques nevados y sin apenas vecinos, solo un viejo ermitaño y su perro.
El relato es sencillo y muy conmovedor. Cuando Diane siente los primeros dolores, se trasladan al hospital tras un largo viaje. Todo transcurre de manera normal, con las primeras revisiones, nervios, temores y alegrías. El relato está contado desde la perspectiva de Laski, que acompaña en todo momento a Diane y es testigo de sus sufrimientos y de la naturalidad con la que afronta esos momentos tan cruciales.
Pero las cosas no salen como esperaban. De pronto, se encuentran con el rostro inesperado de la muerte, que afrontan unidos y con una dolorida y resignada entereza. No hay, en ningún momento, ninguna referencia religiosa ni a la vida ni a la muerte, lo que no significa en este caso que los personajes afronten los hechos con agónica superficialidad. Resulta fácil identificarse con los sufrimientos de Laski y Diane, que aparecen descritos con suavidad, sin estridencias ni exageraciones melodramáticas.
Sorprende, por eso, la desnudez del relato. Un imprevisto existencial, la muerte, rompe los sueños y las esperanzas depositadas durante diez años, los que lleva el matrimonio intentando ser padres. Relato duro sobre la maternidad, enfocada en todo momento como algo positivo.