Planeta. México (1996). 212 págs. Edición original: Oxford University Press. Oxford (1995).
Aunque el modelo de desarrollo de los «dragones asiáticos» ha quedado algo deslucido tras la reciente crisis, su experiencia sigue atrayendo. Este libro trata sobre la función del Estado en los países de Asia oriental, para demostrar que esta experiencia puede ser útil a otros países. El planteamiento difiere de aquellos que ven la reciente prosperidad de Corea, Singapur, Malasia y Taiwán sólo como el éxito del mercado, y olvidan que estas economías se caracterizan por una amplia intervención estatal, sobre todo en forma de política industrial.
Asimismo discrepa de quienes sostienen que no se puede trasladar este modelo de desarrollo asiático a otros países porque las experiencias de esta región constituyen un «caso especial». El libro revisa las experiencias latinoamericanas, y sugiere que el seguimiento de las señales del mercado no ha sido suficientes para lograr que los recursos sean aprovechados al máximo, y mucho menos para mejorar el nivel de vida de la sociedad en su conjunto.
También plantea una estrategia para encontrar nuevas formas de acción del Estado en tres aspectos esenciales: ofreciendo una meta hacia la que tiendan los esfuerzos de la economía del país, sobre todo a través de una concertación entre los diversos agentes económicos; fomentando la actividad empresarial, y creando instituciones que hagan viable el camino de las empresas hacia esa meta.
Sin embargo, se echa de menos un desarrollo de las ideas propuestas, que pecan de un tanto genéricas. Asimismo, aunque el libro está dirigido al gran público, el lenguaje de algunos capítulos es excesivamente técnico.
En fin, un libro sugerente para las personas que buscan nuevas y eficaces formas de intervención del Estado en la economía, que vayan más allá de la dicotomía neoliberalismo versus socialismo. A la vez, demuestra que la aplicación de la teoría neoclásica para el desarrollo de los países no ha sido la varita mágica que se esperaba tras la caída del comunismo.
Xavier Ginebra Serrabou