El pasajero

El pasajero / Stella Maris

TÍTULO ORIGINALThe Passenger. Stella Maris

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2022)

Nº PÁGINAS 624 págs.

PRECIO PAPEL24,90 €

PRECIO DIGITAL10,99 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Con El pasajero y Stella Maris, dos novelas reunidas en un mismo volumen y que pueden ser consideradas una sola, un casi nonagenario Cormac McCarthy ha vuelto al primer plano después de 16 años sin publicar nada. En ambas aparecen los temas que interesan al autor, se aprecian sus rasgos estilísticos propios y se notan ecos de sus obras anteriores; las podrán juzgar quienes ya lo conozcan y estén interesados en sus enfoques particulares, aunque muchos lectores encontrarán difíciles, incluso insufribles, demasiadas páginas.

El pasajero empieza en 1980, en Nueva Orleans. Bobby Western es buzo de rescate licenciado en Física, materia que abandonó al ver que no era lo bastante bueno “al nivel donde las cosas importaban de verdad”. Tanto el prólogo como el principio de nueve de los diez capítulos, en cursiva, se refieren a su hermana Alicia: un cazador que descubre su cadáver en un bosque, escenas muy confusas en las que tiene alucinaciones. Después se narra que Bobby desciende a un avión hundido en el mar y no encuentra ni la caja negra ni el cuerpo de uno de los pasajeros que debería estar allí. En días posteriores unos presuntos agentes del gobierno le interrogan, el otro buzo que bajó con él muere de modo sospechoso, y le comienzan a perseguir, pero no sabe por qué. Sin embargo, este arranque no será el que guíe una trama en la que se sucederán conversaciones sobre cuestiones de todo tipo.

​Stella Maris, el significativo nombre del psiquiátrico donde está ingresada Alicia, de veintiún años, se desarrolla en 1972, cuando Bobby está en coma después de un accidente de coche. Abre con el diagnóstico: estudiante de doctorado en Matemáticas que padece una “esquizofrenia paranoide con una larga etiología de alucinaciones visuales y auditivas”. En los vivos diálogos con su psiquiatra, en siete sesiones, se completan asuntos apuntados en la novela previa: cronología y pormenores de la familia Western –el padre trabajó en la construcción de la bomba atómica–, su precocidad intelectual, más explicaciones de física o matemáticas, pero también sobre música, pues Alicia es una extraordinaria violinista que tiene oído absoluto. Los dos hermanos tuvieron una singular relación incestuosa, no consumada, calificada por un amigo de Bobby de “tragedia griega perdida”. Alicia resulta de tal belleza e inteligencia, que acaba ganándose al lector, quien, sin embargo, también acaba encontrando al personaje demasiado artificial, construido para dar cauce a una brillante exposición divulgativa de cuestiones científicas.

​Entre otras cosas, se puede señalar que Bob y Alice son personajes ficticios usados en explicaciones de Criptografía y Teoría de juegos, y que el apellido Western parece indicar los atolladeros intelectuales y vitales de nuestra sociedad. Aparece repetidamente la cuestión de si los personajes creen o no en Dios, a quien casi ninguno concibe como alguien que se preocupa de los individuos y que actúa en el mundo, con la excepción de dos personas sencillas: la abuela Western y un enfermo bipolar compañero de Alicia.

​El autor no había introducido en sus novelas previas, salvo referencias ocasionales, los temas que ha venido discutiendo desde hace décadas con sus colegas del Santa Fe Institute. Aquí se desquita y lo hace profusamente con largos tramos que, aun siendo

desanimantes para muchos, acaban señalando la insuficiencia de los conocimientos y los métodos científicos para dar cuenta de la realidad. Por otro lado, como podemos esperar de McCarthy, no faltan las precisas descripciones y los diálogos intensos, algunos muy procaces, entre personajes de todo tipo.

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