Ediciones del Bronce. Barcelona (2001). 449 págs. 3.400 ptas. Traducción: Gema Vives.
En un pequeño pueblo cerca del Golfo de Bengala, Sripathi Rao, un hombre egoísta y testarudo que trabaja en una oficina de publicidad, vive en su casa ancestral que se va desmoronando. Una mañana recibe una llamada desde Canadá: su hija, a la que había repudiado cuando se casó con un canadiense, y su marido acaban de morir en un accidente de coche. Debe hacerse cargo de su nieta Nandana, de siete años, que no conoce a sus abuelos, nunca ha estado en la India y no ha hablado desde el accidente. Así nos presenta Anita Rau Badami, en su segunda novela, ganadora del Commonwealth Prize en 2000, a la familia Rao: Nirmala, la mujer cumplidora y frustrada de Sripathi; Ammayya, su madre excéntrica y manipuladora; Putti, la hermana soltera que sigue soñando con el amor; y Arun, su hijo, un rebelde sin empleo que lucha a favor de causas ecológicas. La llegada de la pequeña y silenciosa Nandana supone un replanteamiento de la rutina familiar. Ella es quizá lo que necesita la familia para volver a experimentar la armonía y devolver la esperanza a la vida de su abuelo.
La personalidad de cada uno de los miembros de la familia Rao resulta muy bien dibujada con detalles llenos de comprensión, agudeza y humor. A través de aspectos exagerados de las tradiciones de la India, la autora deja entrever una crítica de conflictos sociales. Presenta de forma brillante la tragedia personal, pequeñas esperanzas y, a la vez, la idiosincrasia de cada personaje.
Badami utiliza una técnica narrativa muy acertada: los capítulos alternan los puntos de vista de Sripathi y Nandana, aunque de vez en cuando vemos desde la perspectiva de otros personajes, para crear un retrato plural construido por todos ellos. La novela destaca por la caracterización de estos dos personajes, que tanto se van a cambiar la vida mutuamente.
El título de la obra hace referencia al heroísmo de gente corriente que, en pequeños actos de la vida cotidiana, descubre fortaleza para seguir adelante, superando las ataduras del pasado. La presencia de Nandana supone para todos los personajes el punto de partida de un acercamiento progresivo hacia los otros, con lo que se dibuja una mirada comprensiva hacia la debilidad humana. A pesar de la dureza de algunos aspectos del tema, como es la orfandad de Nandana, y la soledad de otros personajes, Badami no cae en un retrato sentimental ni melancólico; más bien, ofrece una visión pragmática, optimista y humana no exenta de simpatía.
Rocío G. Davis