Seix Barral. Barcelona (1993). 538 págs. 2.500 ptas.
Cuando ya se acerca a los sesenta años, y una vez superada la desilusión que le produjo la derrota como candidato a la Presidencia de su país, el más famoso de los escritores peruanos actuales ha decidido iniciar la redacción de sus memorias.
En esta primera entrega, narra su infancia y primera juventud, desde 1936 hasta 1958, año en que se traslada a Madrid con una beca. A la vez, en capítulos alternativos refiere su campaña política para las elecciones presidenciales de Perú en 1990, en las que triunfó el candidato Fujimori. Quizá lo que ha pretendido con esta doble proyección temporal y temática es trazar un paralelismo entre el nacimiento de un escritor y la gestación de un político. Sin embargo, esta ambivalencia, resulta a veces desconcertante para el lector, sobre todo si está alejado de la política peruana.
Los recuerdos de unos años de aprendizajes, aventuras y descubrimientos están escritos con un tono afectuoso, con múltiples matices expresivos y referencias ambientales llenas de color. En cambio, en la crónica del primer asalto de Vargas Llosa al poder constitucional, el periodista se impone al escritor para dar su versión de los acontecimientos.
Pasado próximo y remoto, más que fundirse, corren paralelos en estas memorias, como si tuvieran dos protagonistas distintos. Seguramente, la mayoría de los lectores preferirán al niño que crece con sus abuelos, al adolescente que soporta mal la reincorporación del padre al entorno doméstico, al joven que hace sus primeros intentos en el periodismo limeño. En cambio, el político liberal radical, pragmático, que trata de atraer a los católicos para que le voten, aunque se declare agnóstico; que hace sutiles distinciones entre estricta moral pública y amplio permisivismo privado, y que es respetuosamente rencoroso con sus adversarios, resulta menos simpático y original en sus filias y fobias.
Pilar de Cecilia