Autor: Luc Ferry
El libro de tenor más profundo es el de Alejandro Llano, Deseo y amor. Trata de ser un diálogo crítico con Proust –uno de los autores que preconfigura literariamente la concepción amorosa actual–, pero en realidad el filósofo aprovecha para conversar con una plétora de autores y, sobre todo, para reflexionar con el lector.
Amar no es lo mismo que desear
Es adecuado partir de Proust si se tiene en cuenta que este –como Comte-Sponville, Botto o Ferry: lo veremos luego– confundía y malinterpretaba la dinámica del amor y del deseo. Del autor de En busca del tiempo perdido procede esa idea tan presente hoy que consiste en creer que la ausencia del amado regenera la pasión, mientras que su presencia constante es fuente de tedio. En este esquema, se pierde la importancia del tú y el otro vértice de la relación aparece solo como un objeto de posesión egoísta.
Llano diferencia entre el deseo y el amor. El primero expresa la dimensión carencial del hombre, que ansía eso que le falta y que solo momentáneamente puede aplacarse con la posesión. Los deseos proyectan externamente el yo y le arrastran hacia objetos, pero sin colmarle.
Por el contrario, el amor se constituye como don; más que poseer busca entregarse, salir de sí para allegarse al encuentro del otro: “En el deseo el sujeto trae hacia sí la cosa de la que pretende disfrutar; en el amor, es el amante el que se ve reclamado por la persona amada”.
La principal aportación de Llano es haber descubierto el error de una convicción muy común, también proustiana: se piensa que el amor es una especie de deseo sublimado. Llano demuestra que el amor es la realidad primigenia y que es del amor de donde nace el deseo.
Al mostrar esto se consigue una integración humana y equilibrada entre ambos. El amor es, en definitiva, lo que permite al yo trascenderse. Y se explica la frustración con la que concluye la obra de Proust, ya que cuando el individuo juega a proyectarse sobre los demás, nacen primero los celos, después el desencanto y se termina en la vulgarización.
Frente a la ligereza sentimentaloide de Comte o Botton, Llano sabe que el amor se alimenta de generosidad y de reciedumbre.
Autor: Stascha Rohmer
Demasiado “yo”
El filósofo francés André Comte-Sponville ha publicado Ni el sexo ni la muerte, en el que se muestra de acuerdo con la concepción contemporánea del amor. Pero hay demasiado “yo” en un libro que rebaja el sentimiento amoroso a un simple juego pasional, con chistes fáciles, poca reflexión filosófica y una visión miope de lo que supone la entrega amorosa o la fidelidad conyugal.
Autor: Alain de Botton
Algo similar es ocurre con Alain de Botton, que se aleja de la divulgación filosófica para adentrarse en el terreno de la ficción psicoanalítica. En este sentido, Del amor. Un mapa de los sentimientos amorosos refleja las emociones y la vivencia interior de una historia de amor nacida al azar en un aeropuerto. Botton mezcla lo anecdótico con la disquisición filosófica. Pero no logra enganchar con la trama ni decir nada nuevo con una relación demasiado similar a las de las comedias románticas o series de televisión. Los protagonistas son adultos, algo snobs, consumistas, inmaduros emocionalmente, poco proclives a la fidelidad, enamorados de sus propias imposturas y remisos a la entrega desinteresada. Inician una relación en la que se aventura muy previsiblemente su final, con enredos emocionales y salidas de tono infantiles.
Heraldos del humanismo ateo, Botton y Comte-Sponville representan una forma de filosofía tan apegada al mundo de hoy que ni tienen suficiente distancia como para analizarlo objetivamente ni bastante juicio crítico como para proponer alternativas.
Autor: André Comte-Sponville
La relevancia política del amor
Falta en los dos altura filosófica, como la que tiene el libro de Stascha Rohmer, Amor. El porvenir de una emoción. El autor utiliza la dialéctica hegeliana para proponer una continuidad entre lo biológico y lo cultural que recupera el sentido humano y reproductivo de la sexualidad. Es cierto que en ocasiones el libro resulta arduo y en otros aspectos discutibles –tal vez es demasiado fiel a la visión totalizadora de Hegel–, pero al menos abre la dimensión relacional y transcendente del amor, integrando lo humano y sin quedarse en la mera expresión animal del sexo.
Se han publicado en los últimos meses algunos ensayos que tratan, desde diversas ópticas y con una profundidad desigual, el fenómeno amoroso. Alejandro Llano, André Comte-Sponville, Alain de Botton, Stascha Rohmer y Luc Ferry.
La relevancia política del amor es de lo que trata el último libro de otro filósofo francés de moda, Luc Ferry, Sobre el amor. Una filosofía para el siglo XXI. Ferry, que conversa en estas páginas con Claude Capelier, catedrático de filosofía, entiende que uno de los logros de la modernidad es haber conseguido finalmente fundar la familia sobre el amor y el amor sobre la libertad, sin imposiciones religiosas ni legales. Pero sostiene que este fenómeno, que ha transformado radicalmente el ámbito privado, debe adquirir relevancia política. Con una modesta filosofía de la historia, cree que ha llegado el momento de poner fin a los humanismos abstractos e inaugurar la nueva civilización del amor. ¿Cómo es una política de este tipo? Lo principal, para Ferry, es preocuparse por las futuras generaciones, su bienestar y felicidad.