No abunda mucho la narrativa que, con calidad, provoque sonrisas y que haga pasar un rato agradable. Esa literatura en la que la lectura es un paseo y no un duro ejercicio de escalada. Así es esta primera novela de Graeme Simsiom, un neozelandés ingeniero informático reconvertido en narrador.
Imagínense un profesor de Universidad, Don Tillman, cuarentón, que enseña genética. Es racionalista, metódico, nada sentimental… Pero ha leído que, según un estudio, los hombres que viven en pareja son más felices que los solteros. Decide racionalmente que tiene que casarse. Eso sí, con todas las garantías: elabora un nutrido cuestionario de exigencias y condiciones. Por error cree que Rosie, conocida de un amigo suyo, es una de las candidatas. Pero ella es camarera y psicóloga, y le angustia conocer quién es en realidad su padre biológico, porque solo conoce a su padrastro. Esto exige obtener muestras de ADN y examinarlas. Don se presta a ayudarla… Es un favor que le hace a esa mujer; además, es su especialidad. ¿Quién será en realidad el padre biológico de Rosie? El final, como en toda intriga, es de sorpresa.
Lo que Don no sabe es que aun el más cerebral de los hombres, el más metódico, quien mejor tiene todo organizado puede sucumbir ante un mínimo gesto de Rosie…
El personaje de Don es hilarante y entrañable a la vez. Las peripecias, divertidas. El estilo, chispeante y agudo. Es de esas novelas que se leen con gusto páginas tras página, porque el autor no pone nada que sobre y todo lo que escribe es jugoso.