Los que gustan de la buena literatura están de enhorabuena con la recuperación de Adalbert Stifter (1805-1868), un clásico de la literatura en lengua alemana del siglo XIX -el escritor austriaco más destacado del movimiento llamado Biedermeier-, poco traducido al castellano. A la reciente edición de Brigitta (ver Aceprensa 35/08), hay que añadir ahora estas dos novelas breves, de notable calidad y de contenidos muy distintos.
El sendero en el bosque (1845) es un relato refrescante, en el que se describe la transformación del protagonista, hipocondríaco, solitario, raro, a través del contacto con la naturaleza y de su encuentro con María, una campesina de una pureza y sencillez admirables. Las descripciones de los bosques y montañas por las que pasea Tiburius son magníficas, en consonancia con las reacciones que se van produciendo en su ánimo, al ir saliendo de su pequeño mundo egocéntrico, y en contraste con la ingenuidad y el sentido común de la joven campesina; los diálogos entre los dos son estupendos. No faltan toques de ironía sobre algunas costumbres burguesas, pero el libro es ante todo un canto idílico a la virtud y a la belleza.
Abdías (1842), en cambio, tiene un contenido trágico. El protagonista es un judío honesto, que hace el bien a los demás, pero que sufre todo tipo de incomprensiones y de penalidades, como un nuevo Job. Tras diversas vicisitudes e infortunios, decide abandonar el norte de África e instalarse con su hija ciega en un recóndito valle de Europa central… La longeva vida de Abdías está contada de modo esquemático, con abundantes saltos en el tiempo, para destacar los momentos decisivos de su destino trágico y en apariencia carente de sentido.
Stifter es un maestro de la ambientación, sabe crear en cada relato una atmósfera que envuelve al lector en sintonía con los sentimientos y situaciones de los protagonistas. Ambos textos están bien editados, lástima que en la traducción al castellano de Carlos d’Ors sobren algunos solecismos.