El silencio de Dios en el cine

El silencio de Dios en el cine

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2022)

Nº PÁGINAS292 págs.

PRECIO PAPEL18,50 €

PRECIO DIGITAL9,99 €

Afirma Eduardo Torres-Dulce en el prólogo que no sabe si Pablo Alzola ha escrito un ensayo sobre cine o sobre teología, y no lo dice como crítica sino como elogio. Elogio que comparto. Alzola es un joven profesor universitario que, a raíz de la experiencia que supuso para él ver El gran silencio durante el encierro de la pandemia, decidió investigar sobre el silencio de Dios en el cine, sobre su aparente ausencia en la pantalla. E investigando descubrió que no existe tanta lejanía entre esos dos mundos, el de la religión y el séptimo arte. Que, parafraseando a santa Teresa, “Dios se esconde entre fotogramas”. Y se esconde ahí porque el cine se alimenta de historias humanas y es precisamente en el corazón humano donde quiere habitar Dios.

Alzola divide su libro en 9 capítulos –silencio, paisajes, interiores, rostros, duda, conciencia, creación, muerte y gracia– y analiza con detenimiento dos decenas de títulos, casi todos contemporáneos. Esta contemporaneidad es uno de los grandes valores del ensayo, porque las películas seleccionadas no dialogan con una realidad pasada o con un mundo construido sobre un humus trascendente, sino con la sociedad posmoderna, individualista y presentista. Una sociedad ajena a lo religioso y especialmente enfrentada con lo institucional. Alzola demuestra, sin embargo, que este mismo hombre posmoderno, que reniega del pasado y desconfía del futuro, tiene necesidad de Dios. Y lo hace analizando el paisaje de Lo que arde (2019), los encuadres de Ida (2013), los rostros de la última cena de De dioses y hombres (2018), la duda en Calvary (2014) o el conflicto de conciencia de Desmond Doss en Hasta el último hombre (2016). Es la demostración de un académico, de un profesor de Estética y Teoría de las Artes, que acude, no solo a su reflexión personal, sino a un buen número de ensayos, opiniones y valoraciones de otros especialistas. Esa variedad de fuentes enriquece el discurso y abre camino a otras películas y a otras investigaciones. El estilo, culto y cuidado, así como las referencias bibliográficas, no impiden disfrutar de un libro que, al hablar de películas, contiene un buen puñado de magníficas historias y personajes.

No quiero acabar sin un elogio especial al último capítulo, que podría haber sido el primero. Alzola habla de la gracia y analiza de manera más pausada tres películas: dos de ellas magníficas y una tercera, desconocida para mí. El autor desgrana Lady Bird (2017) a través de la voz de su directora y unas jugosísimas entrevistas. Reconozco que, mientras leía el ensayo, revivía –de una manera diferente y más profunda– una cinta que valoré mucho en su día. Lo mismo ocurrió con Tres anuncios en las afueras (2017); me sorprendió el descubrimiento de la gracia en algunas de las escenas más violentas de la película. No he visto la tercera, Il villaggio di cartone (2011) de Ermanno Olmi. Y me descubrí buscando en Google y alquilándola en Filmin. Pensé que así son los buenos ensayos: ventanas abiertas a otros libros, a otras películas, a otras historias. A otra forma de andar un camino que, quizás –y es mi caso–, ya habías recorrido.

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