Seix Barral. Barcelona (2003). 557 págs. 23 €. Traducción: Vicente Villacampa.
El periodista y escritor británico Iain Pears (1955) es autor de varios relatos breves del género policiaco, aunque su primer éxito internacional le llegó con la novela La cuarta verdad. Está considerado como uno de los mejores autores de novela histórica de la actualidad.
Los protagonistas de El sueño de Escipión se mueven en períodos históricos bien definidos: el final del Imperio Romano, la baja Edad Media y la primera mitad del siglo XX (entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial), y a cada período le corresponde un personaje. La narración es lineal, pero discontinua, ya que las tres historias se van intercalando e interrelacionando a lo largo de toda la obra. El nexo de unión entre las tres historias es un texto de Manlio de Hipómanes titulado El sueño de Escipión, que encuentra y estudia Olivier de Noyen, obra que a su vez es estudiada por Julien Barneuve en el siglo XX. La obra de Manlio no hay que confundirla con la clásica de Cicerón, ya que la suya es en parte un comentario de la obra de Cicerón y en parte es un discurso sobre el amor, la amistad, la vida del alma y el ejercicio de la virtud, no desde el punto de vista cristiano, sino más bien neoplatónico y filosófico.
Hay también en la novela un segundo nexo que relaciona los tres momentos históricos. En cada una de esas épocas el hombre se apercibe de que la civilización que ha conocido está desapareciendo: el final del Imperio Romano con la llegada de los pueblos llamados bárbaros; la baja Edad Media y la peste que asoló a gran parte de Europa; y el período de entreguerras que concluye con la Segunda Guerra Mundial. Quizás el personaje menos logrado sea el de Manlio Hipómanes, obispo de Vaison; Manlio se convierte al cristianismo no por convicción sino por unas ansias desmesuradas de poder.
Iain Pears ha sido capaz de ir uniendo las tres narraciones de forma que la lectura sea a la vez agradable y amena. La novela no resulta complicada, si bien requiere cierta atención por parte del lector para no perderse algunos detalles, sobre todo al principio, ya que la historia discurre por otros derroteros diferentes a los que el lector pudiera suponer.
Gervasio Fernández