Alfaguara. Madrid (2006). 512 págs. 19,95 €.
La escritora mexicana Elena Poniatowska (París, 1932), declarada defensora de los derechos sociales y activa feminista, ha cultivado el ensayo, el periodismo y en 2001 ganó el premio Alfaguara de novela con «La piel del cielo».
En 1959 realizó una serie de entrevistas a Demetrio Vallejo, líder mexicano de una huelga del sector ferroviario que paralizó el país y lo mandó a la cárcel. Se inspira en él para el personaje de esta novela, Trinidad Pineda Chiñas, un luchador nato que no se arredra ante el poder y resiste al soborno, a la cárcel y a todas las trampas que le tiende la democracia tramposa que surgió de la revolución mexicana. La novela recorre numerosos años de su lucha en los cuales juegan un papel decisivo las mujeres de su vida, casi siempre aplastadas por el peso de su personalidad.
El libro es un canto épico al ferrocarril, especie de símbolo de la libertad, porque «la revolución mejicana se hizo en tren». Está escrito con un estilo ágil y vivo, algo contagiado de periodismo, en el que el diálogo y lo enunciativo llevan el peso de la narración. La prosa es combativa, entre la denuncia y la invención. La acción va añadiendo pocas cosas a unos rasgos que quedan perfilados desde los primeros capítulos.
El peso de la investigación periodística resulta excesivo, sobre todo en la primera parte de la novela, la más larga, momento a partir del cual se centra más en la formación biográfica del personaje central. A «El tren pasó primero» le ocurre lo peor que puede pasar a una novela: es aburrida.
Si quedaba alguna duda después de leer «La piel del cielo», Poniatowska se confirma como una escritora llena de intención, ideología y datos, pero de limitado interés como novelista.
Javier Cercas Rueda