Después de Palomas y serpientes, he aquí un nuevo libro de aforismos del autor, también poeta y articulista. De este libro se ha dicho, con razón, que hace ir al lector de asombro en asombro, al comprobar que no hay en él una sola frase que no haga pensar o que no arranque una sonrisa y, muchas veces, ambas cosas.
De los veintitrés capítulos que contiene, el titulado “Sí, sí; No, no” es el más largo –con joyas como “Piensa más y acertarás”–, seguido por “Paucas pallabris”, con, por ejemplo, “Tú aspira a la verdad desnuda, que ya la revestirán tus limitaciones”. Los demás capítulos son de muy pocas páginas hasta llegar al más cortito que, no por casualidad, se titula “El mayor minimalista del mundo”, con solo cuatro aforismos, uno de los cuales es “El minimalismo debería aspirar a ser minusvalorado. Su megalomanía amosca”.
Como se anuncia en el título, y en consonancia con el resto de su literatura, todos los textos respiran buen humor. Para el autor, “El optimismo tiene siempre la mosca tras la oreja. El pesimismo es la mosca”. Muchos aforismos también ponen al lector ante sí mismo, como cuando afirma que “Quien envidia se lo merece” o “El infierno de los envidiosos está en el Paraíso, junto a los bienaventurados”.
Otros aforismos pueden hacerle pensar en la vida social y política: “El sueño de la superioridad moral produce monstruos” y “La otra mitad del deber de un conservador es crear cosas que merezcan ser conservadas”. Los hay también que avivan el espíritu de observación: en el capítulo “¿?”, que cabría llamar de poesía visual, se hace la observación de que “Los signos de interrogación se invierten, uno hacia arriba, otro hacia abajo, porque preguntar es darle vueltas”. Con estos aforismos, el autor condensa su visión de la condición humana, de la literatura y hasta de fenómenos sociales contemporáneos, siempre con una mirada atemporal.