Desde mediados de los años 90, Louise Erdrich está considerada una de las autoras más relevantes de Estados Unidos, porque ha conseguido convertir su trasfondo biográfico –es de ascendencia francesa y alemana, pero también de la tribu ojibwe– en la materia prima de unas cuantas novelas que lo superan sin traicionarlo. La última, con la que ha obtenido el premio Pulitzer en 2021, se suma a las cinco ya publicadas en España, entre las que destacamos El coro de los maestros carniceros.
Thomas Wazhashk, el vigilante nocturno del título, trabaja en una de las pocas industrias que emplean a los indios de la reserva, y ejerce también como presidente del consejo de su tribu, los chippewa. Turtle Mountain, en Dakota del Norte, es una pequeña comunidad en la que todos se conocen y se cuidan –o vigilan– mutuamente. Ese sentido de pertenencia, de agrupamiento en torno a una identidad y unas costumbres, es lo que está poniendo en peligro la pretendida “terminación”, con la que un senador fanático quiere acabar con los tratados que firmaron décadas atrás los indios y el gobierno americano.
Los pueblos originarios –denominación más actual para los grupos étnicos que vivían en el continente antes de la llegada de Colón– se encuentran, en la década de los 50, en un limbo jurídico y social. Las costumbres ancestrales siguen presentes en el idioma que hablan en la intimidad, en determinados ritos religiosos y culturales y en una forma particular de entender la relación con la naturaleza; pero la asimilación lleva camino de convertirse en su única salida. Esta tensión entre la modernización forzada y la lucha por conservar las tradiciones constituye el mayor atractivo de la narración. Sin desdibujar el papel protagonista de Thomas, la autora convierte al grupo humano que le rodea en un personaje múltiple, que se va enriqueciendo con la aparición de individuos y familias que poseen una historia propia y unos rasgos definidos.
La otra protagonista de la novela es la joven Pixie Paranteau, que también pertenece a su tribu y vive, a escala íntima, un drama paralelo al de Thomas. En su caso, lo que le han arrebatado es a su hermana Vera, huida a la ciudad para buscar una vida fuera de los límites agobiantes de su ambiente.
Erdrich ni siquiera se debate con la tentación de reducir a los chippewa a algo pintoresco, o a una excusa para una apología no solicitada. El hecho de que el protagonista esté inspirado en su abuelo puede haber contribuido a que, más allá de las interesantes particularidades, su trama se centre en la historia de un personaje que, como tantos otros, evita primero su destino para acabar enfrentándose a él. Así, sin las cualidades de un héroe, pero con una gama de grises magnífica, Thomas parece guiarse por la famosa cita del compositor Gustav Mahler, que defendía que “la tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego”.