Siruela. Madrid (1997). 760 págs. 4.000 ptas.
Álvaro Mutis, nacido en Bogotá en 1923 y residente en México desde 1956, es ya muy conocido entre especialistas y lectores cultos. Sin embargo, ha conseguido una fama más amplia gracias a la concesión, en este año de 1997, del Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Mutis fue poeta antes que narrador, y precisamente uno de los personajes a los que dio vida en sus poemas se convirtió luego en el eje de la parte más importante de su producción en prosa. El presente volumen reúne las novelas publicadas por el escritor colombiano sobre este personaje. Se trata de Maqroll, apodado el Gaviero. Gaviero era quien, en los barcos de vela, iba en la gavia, viendo por encima de los demás y señalando el camino.
Maqroll es un aventurero errante que vive un deshilvanado peregrinar por el mundo, casi siempre en barcos o al borde de los mares, y que ha hecho del desasosiego su constante vital. Nunca permanece mucho tiempo fiel a un mismo lugar o una forma de vida, pero, en cambio, mantiene un constante apego a sus amigos más íntimos.
Con ciega confianza en su sino, un mínimo equipaje y poco dinero en el bolsillo, el Gaviero avanza por su existencia sin trabas de ningún tipo. Las novelas que él protagoniza tienen el fascinante atractivo del total desasimiento de obligaciones y responsabilidades, y la emoción de inventar cada momento partiendo siempre de cero y con una gran carga de sentimientos. En la obra de Mutis no hay ideas, sino emociones, paisajes, impresiones, intuiciones, miedos, renuncias y esperanzas, y la ética ha sido sustituida por la estética. Maqroll no pisa el mundo real, cotidiano, sino que lo observa desde arriba, desde la gavia del palo mayor de la nave del vivir, obteniendo una visión sublimada, etérea, distante.
Mutis ha creado un héroe de leyenda, al que ha rodeado de una geografía que transforma los mapas en países de ensueño. Mallorca, la Amazonia, Jamaica, Panamá, se convierten en territorios novelísticos semejantes pero no idénticos a los que aparecen en los mapas. Maqroll y sus amigos viven al margen de la ley; para ellos, el contrabando o el proxenetismo, la estafa o el tráfico de armas no son sino episodios queridos por el destino, en los que no comprometen nada y de los que se desprenden sin dolor y sin arrepentimiento.
Su atractivo consiste en que el lector nunca encontrará a nadie como ellos, salvo en el territorio de los sueños, pero quizá allí los identifique con facilidad y le sirvan para poner rostro a ilusiones tan difusas como irrealizables.
Además, hay que señalar que todas estas novelas están muy bien escritas. Mutis no sólo es un inspirado creador de leyendas sino que sabe envolverlas en la magia de un estilo de gran calidad. El poeta y el prosista se funden, además, con el profesional del mundo cinematográfico que en el pasado fue Mutis, para lograr una búsqueda expresiva de original fuerza plástica.
Maqroll, el héroe y pícaro, trotamundos sentimental y sin escrúpulos, desvalido y generoso, tiene un fondo romántico que disfraza un cerrado nihilismo. Es tierno pero también es cínico, y carece de otra norma de conducta que no sea el impulso. Toma lo que se le ofrece, sin violencia pero sin freno, lo mismo dinero que sexo, y no cree en nada exterior ajeno a él. La satisfacción de ser su propio modelo le exige a veces precios muy altos, que paga con desdén dolorido y escéptico, pero también con el altivo placer de disfrutar del riesgo.
Sus empresas y tribulaciones encierran una avidez vital en la que son frecuentes los episodios crudos, reflejo de una absoluta amoralidad. Maqroll es la medida de sí mismo, y fuera de él ninguna fe o ninguna norma le obliga, si él no lo desea llevado por el impulso del momento (ver también servicio 162/93).
Pilar de Cecilia