Ivan Jablonka (París,1973), profesor de historia, es también el autor de Historia de los abuelos que no tuve (2012), en la que relataba la muerte de su abuelo en Auschwitz, y Laëtitia o el fin de los hombres (2017), crónica de un suceso real: el atroz asesinato de una chica de dieciocho años en Nantes en 2011.
Con En camping-car cambia de registro y escribe un retrato retrospectivo sobre su propia familia. Los Jablonka vivían en un pequeño piso en París: “Mi padre solo sabía ser feliz si pensaba que nosotros también lo éramos. La mayor parte del tiempo se convencía de que éramos infelices hacinados en nuestro apartamento parisino”. La familia vivió unos años en Palo Alto, en California, porque su padre fue enviado a la Universidad de Stanford para trabajar en un acelerador de partículas. Allí tuvieron su primera autocaravana e hicieron en ella sus primeros viajes.
A su regreso a Europa, siguen sus vacaciones en caravana, que van mejorando en sucesivas adquisiciones que Jablonka relata con detalle. Para su familia, la caravana es un elemento importante que permite unas vacaciones que Ivan recuerda como una suma de momentos felices. Cuenta con viveza sus recorridos por Francia, Portugal, Italia o Grecia. Es el propio Ivan el narrador que transcribe sus recuerdos de niñez y, entreverados con esos recuerdos ingenuos, aporta agudos comentarios sobre la sociedad y las ideas políticas del momento. Y, aunque lo haga con tono festivo, son profundas sus reflexiones sobre la felicidad, que es quizá el quid de su novela: la libertad y las aspiraciones del hombre.
Con un estilo personal en el que combina el humor y la ironía con la ternura, Jablonka enhebra sus recuerdos infantiles con su vida actual, ya padre de familia, consiguiendo así un texto simpático y de gran amenidad. Entre las andanzas familiares se refleja la sociedad de la clase media francesa de la época de la narración, últimas décadas del siglo pasado. “Este libro surge de la confrontación de dos acontecimientos que se produjeron con cuarenta años de intervalo: el fin de la Segunda Guerra Mundial y mis vacaciones”.