“No somos lo suficientemente inteligentes para saber qué es la inteligencia”. Con esta frase, Enzensberger termina este divertido y breve ensayo sobre la inteligencia. Irónico y crítico, el prolífico autor alemán (ver Aceprensa 23-10-2002) denuncia las consecuencias culturales y sociales de un modelo de psicología que tiende a privilegiar lo cuantitativo y se esfuerza en medir lo que, en realidad, no es susceptible de medición.
No se trata, simplemente, de revelar la inexactitud de los tests de inteligencia y del comercio generado en torno a ellos, sino también de destapar esa forma de proceder simplista que obvia la creatividad, el sentido común y la riqueza de la mente humana cosificando su dinamismo.
Enzensberger critica la impostura chic de la inteligencia y su elitismo. Resulta divertido comprobar en la multitud de anécdotas que se recogen en este ensayo que la estulticia ha proliferado entre los expertos de la inteligencia. Y nada es más coherente que concluir estas reflexiones con un “Himno a la estupidez”, en el que el autor alemán se congratula de la existencia de la necedad humana.