El fracaso del comunismo de guerra implantado en Rusia entre 1918 y 1921 dio paso a la llamada NPE, una nueva política económica que dejó más libertad hasta 1928. En esos años surgieron editoriales privadas que publicaron a autores rusos y extranjeros siguiendo criterios más literarios que políticos. Y los escritores –los seis de esta antología y otros– aprovecharon esa libertad para ridiculizar al comunismo, sus personajes modélicos y sus costumbres. De ahí que estos relatos no respondan a los moldes de la literatura soviética. De hecho, finalizada la NPE, muchas de las obras de estos autores fueron censuradas y algunos de ellos, como Bulgákov o Zhamiatin, llegaron a pedir a Stalin que les permitiese abandonar Rusia.
La mayoría de estas narraciones se caracterizan por su carácter testimonial. Aunque en estilo realista, la sátira deforma la realidad; de esa manera son más evidentes la censuras a la burocracia y cultura comunistas. A pesar de que esta antología reúne a seis, sólo de Mijaíl Bulgákov y de Mijaíl Zhóschenko se publican suficientes relatos como para considerarlos representativos. Bulgákov desarrolla en estos relatos su faceta dramatúrgica, por la genial construcción de los diálogos. Zhóschenko, más atento a la psicología de los personajes, controla con categoría la sobriedad expresiva. En bastantes relatos no falta el sentido del humor, aunque es todavía más persistente la huella que dejan la ignorancia y el abuso del alcohol.