:: Libros infantiles ::
La balada de Pequeño Jack (Mikel Valverde)
La Galera, 2018; 187 págs.; ilustraciones del autor.
Relato ágil y divertido en el que se combinan elementos de muchas historias de aventuras. Su protagonista es Jack, un amable cerdito pintor que vive en una granja a orillas del Cantábrico. Sus aventuras comienzan cuando llega a sus tierras un extraño pirata, con el que Jack embarca. Venciendo todo tipo de obstáculos, da la vuelta al mundo: pasa por China, Estambul, Venecia… y regresa a su granja. Las cosas se cuentan con total naturalidad, sin énfasis y sin ironías. Este tono ingenuo favorece que los lectores se abandonen al ritmo imparable de un argumento en el que pasan continuamente cosas. También ayudan las dinámicas ilustraciones que acompañan la narración cada dos o tres páginas.
El extraño caso del castillo Billinghurst
Las inauditas apariciones de la isla de Nolan (David Fernández Sifres)
Edelvives, 2018; 180 págs.; ilustraciones de Albertoyos.
Edelvives, 2018; 192 págs.; ilustraciones de Albertoyos.
Dos primeras novelas de una pandilla de jóvenes detectives, formada por Axel (15), Zinca (13), Oto (12), Helena (9), Ciro (6) y Arístide, un zorro. Estudian, junto con otros chicos y chicas seleccionados por sus dotes, en la Escuela de Detectives Avante. Forman un equipo llamado Nautilus, al que sigue la profesora-tutora Taffeine, que confía mucho en ellos. En El extraño caso del castillo Billinghurst averiguan por qué, a pesar de las muchas medidas de seguridad, unas piedras preciosas están desapareciendo. En Las inauditas apariciones de la isla de Nolan descubren quién, en un museo submarino de arte, propiedad de un caprichoso millonario, es el que burla los sistemas de seguridad, pero no para robar, sino para introducir cuadros. Al principio de cada libro hay una explicación de la singular Escuela Avante y una presentación, también gráfica, de cada uno de los héroes: ahí se indican sus cualidades particulares y complementarias, que luego pondrán en juego en sus aventuras. Las narraciones están bien llevadas, los héroes se comportan con amabilidad y nunca tienen salidas de tono, y los malvados también actúan de modo contenido.
Zita, la leyenda (Ben Hatke)
Astronave, 2019; págs.; trad. de Xisca Mas.
Cómic que continúa Zita la viajera espacial. Esta vez todo empieza cuando Zita es famosa ya en todo el universo por sus hazañas en el relato previo, y un robot la suplanta; luego, los embajadores de Nueva Lumponia –unos seres de cabezas esféricas, gorros cilíndricos y largas pelambreras–, acuden a ella para que los libre de una futura invasión de Estrellas Corazón y le ofrecen una forma de regresar a su casa. El atractivo de la historia se basa, una vez más, en la personalidad de Zita, en lo bien caracterizados que se presentan sus amigos y rivales, y, por supuesto, en su excelente y clara construcción gráfica.
Las aventuras del mono Pipí (Carlo Collodi)
Siruela, 2017; 119 págs.; trad. de María Porras Sánchez; ilustraciones de Axel Scheffler.
Edición y adaptación de un relato que su autor publicó por entregas dos años después de Pinocho, libro con el que tiene un gran parecido: en la personalidad del monito Pipí, el más pequeño de cinco monos, que no hace caso a lo que le dicen; en el argumento, que cuenta las travesuras de Pipi al tiempo que va recibiendo lecciones por su testarudez; en personajes que cumplen funciones similares: el hada de Pinocho aquí toma la forma de una conejita con pelaje turquesa. Además, al comienzo hay un niño llamado Alfred del que se nos dice que fue un títere de madera. Es una historia en la que la simpatía compensa las intenciones didácticas del autor. El libro cuenta con unas buenas y graciosas ilustraciones.
Mi gran amigo Barkus (Patricia MacLachlan)
Astronave, 2017; 43 págs.; trad. de María Angulo Fernández; ilustraciones de Marc Boutavant.
Relato amable para primeros lectores. Barkus es un perro enorme de color marrón que el tío Everton le deja a Nicky cuando se marcha de viaje. A pesar del susto inicial de los padres de Nicky, Barkus se comporta siempre genial y todos terminan encantados con él. La historia no tiene ningún pico argumental: todo discurre con la mayor normalidad, y la simpatía se desprende de que los personajes son cordiales y que las ilustraciones son graciosas. El libro inicia una serie del personaje y se ve que ha sido compuesto para facilitar la lectura, en especial a quienes les encantan los perros. No busca ser un relato reflexivo al modo de otros de la escritora.
:: Libros juveniles ::
Preparada, lista… ¡Bienvenida a clase! (Victoria Jamieson)
Maeva, 2019; 247 págs.; trad. de Marta Armengol.
Cómic bien construido. Guillermina, o Momo, once años, se ha educado en su casa mientras colaboraba en la feria medieval en la que trabajan sus padres, pero ahora decide ir a la escuela secundaria. En ella se verá en medio de conflictos que desconocía: deseos de ser aceptada en un grupo de chicas, comprobar que hay envidias y celos entre ellas, sentimientos de vergüenza por su bajo nivel social, meteduras de pata e insinceridades posteriores, etc. La narración alterna sus días en el colegio con su actividad en la feria, un lugar en el que, con frecuencia, se habla de un modo más o menos medievalesco. El relato muestra que las cualidades a las que Momo aspira, de caballerosidad y valentía, no son tan fáciles de poner en práctica en la vida real. La protagonista resulta cercana, igual que su sensata familia y sus acogedores amigos.
La guerra de Catherine (Claire Fauvel y Julia Billet)
Astronave, 2018; 156 págs.; trad. de Alba Borja Pagán.
Premiado cómic, ambientado en la Segunda Guerra Mundial en Francia. La historia comienza en 1941 y su protagonista es Rachel, alojada en un internado donde la han dejado sus padres y donde, bien orientada, descubre su pasión por la fotografía. Cuando la persecución contra los judíos arrecia, debe primero cambiar su nombre y llamarse Catherine, y luego mudarse de una vivienda a otra varias veces en los años sucesivos. La narración gráfica, que lógicamente se apoya mucho en las fotos que hace la heroína, es excelente. El tono es amable a pesar de la dureza de las situaciones, que se apuntan pero no se describen ni se muestran. Al final del libro hay algunas fotografías de los personajes reales que han inspirado la historia.
La batalla por Skandia
El hechicero del norte (John Flanagan)
Hidra, 2019; 365 págs.; trad. de Guiomar Manso de Zúñiga.
Hidra, 2019; 351 págs.; trad. de Guiomar Manso de Zúñiga.
Will y Evanlyn, aislados en Skandia, son encontrados al fin por Halt y Horace; luego, los cuatro se unen a los escandianos para conjurar la gran amenaza que supone para ellos la invasión del ejército temujai, temibles pueblos de las estepas. El hechicero del norte comienza cuando Will ha dejado de ser un aprendiz y es ya Guardián: es enviado a un territorio del norte y allí resuelve con habilidad una invasión de escandianos; lo mandan después a otro territorio, pero no como Guardián, sino disfrazado de juglar para investigar unos extraños rumores de hechicería. El relato no termina con este libro. Textos con iguales cualidades que los previos: buenas narraciones, héroes atractivos, acción y tensión continuas. Según van sucediendo los incidentes se explican con calma las habilidades particulares de los guardianes: su facilidad para el camuflaje y para moverse sin ser vistos, su destreza en el tiro con arco y en el manejo de las armas, su gran trato con los animales, y sus dotes para la observación y para la negociación.
El castillo en las nubes (Kerstin Gier)
B de Blok, 2019; 412 págs.; trad. de Claudia Toda Castán.
Navidad, hotel en los Alpes suizos. La narradora es Fanny Funke, una chica de 17 años recién contratada como niñera. La trama principal es que se teme el posible robo de una joya durante la fiesta de fin de año. Las subtramas son muchísimas: amores, amistades y rivalidades, temor a la futura venta del hotel, relaciones tensas entre padres e hijos, huéspedes misteriosos, etc. Algunos pasos argumentales son poco creíbles y tal vez sea excesivo el número de personajes: propietarios y empleados del hotel por un lado, y huéspedes de muy diferente clase por otro: al final hay un útil índice con todos ellos, igual que un glosario bromista de palabras que se usan en el relato. Pero la narradora cuenta las cosas con fluidez, es simpática y equilibrada, y sabe dar réplicas magníficas; además, un hotel antiguo como escenario tiene todo lo mejor de cualquier castillo gótico; algunos personajes tienen el tirón propio de los antiguos y exquisitos ladrones de guante blanco, y la trama contiene situaciones tensas y giros más o menos sorprendentes.
Atrapado en mi burbuja (Stewart Foster)
Bambú, 2018; 347 págs.; trad. de Gemma Rovira.
Joe, de once años, tiene una rara enfermedad que le impide salir de su habitación del hospital. Es huérfano, recibe clases a través del ordenador, y se relaciona con otro chico en sus mismas circunstancias, también “atrapado en su burbuja”, expresión que se repiten el uno al otro. Cuando al equipo que le atiende se incorpora un enfermero llamado Amir, de origen indio, cambian las cosas. La narración explica los protocolos médicos y los incidentes que se producen en el cuidado de la salud de Joe; también transmite sus vaivenes anímicos y el afecto con el que procuran tratarle todos. Quizás el exceso de pormenores puede hacer pesada la historia y, tal como está la susceptibilidad ambiental, puede haber lectores que se pongan nerviosos con las locuras que hace Amir para ofrecerle a Joe algo que desea pero que no ha conocido en su vida (por más que todo ese tramo sea muy imaginativo). Sea como fuere, es un libro bien construido e interesante.
La amistad de un oso y otros cuentos persas (Lila Ibrahim-Lamrous y Bahman Namvar-Motlag)
Astronave, 2018; 92 págs.; ilustraciones de Marjame Satrapi.
Selección y adaptación de relatos populares recogidos en el Masnavi, el Corán persa. Son cuentos de orígenes diversos –indios, iraníes, turcos y de muchos países árabes–, que, dicen las autoras, conocen todos los niños de Irán y Turquía. Muchos son como fábulas y apólogos que nos han llegado ya en otras recopilaciones. No faltan los que, al modo de muchas fábulas de La Fontaine, atacan la avaricia, la envidia, la presunción, etc., y defienden la prudencia egoísta de quien es astuto y hábil para evitar errores y eludir los engaños. Tienen el interés de no estar modificados para transmitir mensajes hoy políticamente correctos y, por tanto, el de mostrar las cosas tal como las veían sus narradores naturales, lo que también supone que hay relatos con mensajes contradictorios.
:: Álbumes para primeros lectores ::
¡Esa fruta es mía! (Anuska Allepuz)
Andana, 2018; 32 págs.; trad. de Anna Llisterri.
Cinco elefantes, cada uno aficionado a un tipo de fruta –mangos, cocos, kiwis, plátanos, piñas–, ven un árbol nuevo con una fruta deliciosa. En la parte inferior de las dobles páginas se ven cinco ratoncitos que se fijan en lo mismo y que, juntos, empiezan a subir por el árbol, mientras los elefantes intentan conseguir la fruta, cada uno a su aire. Los animales son simpáticos y están bien individualizados; la narración es clara y la tipografía está bien usada. La historia transmite, de modo natural y con aires de comedia, el mensaje de que, a veces, es importante cooperar y trabajar conjuntamente para conseguir las cosas.
Distinta (Sozapato y Beto Valencia)
Kalandraka, 2019; 32 págs.
Una niña cuya imaginación, muy rica, le sirve para evadirse de la realidad y para tener un mundo interior propio. El título enfatiza la diferencia entre la forma de estar en el mundo de la heroína y la de quienes tiene alrededor. Se alternan una o dos páginas con personajes en variados escenarios de una vida cotidiana gris, en las que las palabras van en una franja blanca inferior, con una página “luminosa” donde vemos en acción la imaginación de la heroína y las palabras van en el interior de la misma ilustración.
Max, el artista (Marion Deuchars)
Maeva Young, 2017; 32 págs.; trad. de Rocío de Isasa.
Max es un pájaro con patas largas que él piensa que son garbosas, pero que, tal como le dicen el gato, el búho y otros pájaros, en realidad son flacas como palillos. Intenta remediarlo de distintos modos, pero nada. Hasta que un día, visitando una galería de arte, todo cambia: decide colorearse el pico de distintas maneras, a lo Matisse, a lo Pollock, etc., y obtiene un éxito social arrollador. Muy buen álbum, porque habla de arte moderno a chicos pequeños de modo bromista y estimulante, con un relato y un personaje que son, en sí mismos, verdaderamente chispeantes. El final es excelente.
¡Qué risa de huesos! (Janet & Allan Ahlberg)
Kalandraka, 2018; 32 págs.; trad. de Miguel Á. Diéguez.
Álbum bien construido y divertido por su argumento y sus dibujos graciosos. Lo protagonizan tres esqueletos: uno grande, uno pequeño, y un perro-esqueleto. Abandonan el sótano en el que ¿viven? y salen por la noche dispuestos a buscar alguien a quien asustar, pero como todo el mundo está en la cama, deciden asustarse a sí mismos y jugar con los esqueletos de los animales del zoo, entre otras actividades. A veces, los autores componen sus páginas con viñetas y sus personajes hablan en globos de texto, al modo de los cómics.
Mog, la gata despistada (Judith Kerr)
HarperKids, 2018; 40 págs.; trad. de Sonia Fernández Ordás.
La familia Thomas está todo el tiempo quejándose del comportamiento de Mog, una gata de lo más olvidadiza y despistada, que no hace más que provocar molestias. Incluso su dueña, Debbie, a veces se incomoda. Pero, una noche en la que Mog está pensando que nadie le quiere, intenta ser amable con un hombre al que ve en la cocina…
Relato de los que no se olvidan, porque Mog está muy bien perfilada, tanto con lo que hace como con lo que se muestra. Las escenas con las que se cuenta la historia son excelentes y los dibujos de las figuras, de la aturdida Mog en especial, son muy simpáticos, ilustran bien las emociones de los personajes y llegan bien al lector niño.
:: Álbumes informativos ::
Edison. Dos ratones en busca de un tesoro (Torben Kuhlmann)
Juventud, 2018; 118 págs.; trad. de Susana Tornero.
Tercer libro del autor sobre unos ratones científicos y aventureros. Esta vez, un joven ratón convence a su sabio profesor de ir juntos a rescatar un tesoro que se ha quedado en el fondo del mar y, cuando lo consiguen, averiguan quién inventó de verdad la bombilla de filamentos. El relato es largo y las ilustraciones son extraordinarias. En especial, algunas que representan minuciosas escenas de bibliotecas, museos, interiores de casas, barcos, fondos marinos… Los enfoques de lo que ocurre son muy cinematográficos. Al final se cuentan brevemente los hechos históricos relacionados con la invención de la bombilla eléctrica y se da una breve biografía de Thomas Alva Edison.
Atlas de los grandes exploradores (Riccardo Francaviglia y Margherita Sgarlata)
Ediciones Librería Universitaria de Barcelona, 2018; 104 págs.; trad. de Nuria Duran Romero.
Libro que sirve de introducción a muchos otros. En él se habla, cronológicamente, de aventureros, navegantes y descubridores famosos. De los vikingos, en primer lugar, y luego de Marco Polo, Zheng He, Cristóbal Colón, Juan Caboto, Vasco de Gama, Américo Vespucio, Fernando de Magallanes y unos cuantos más (entre los que los españoles echamos de menos a varios). Cada protagonista se presenta en una doble página en la que, junto al mapa y dos o tres ilustraciones pequeñas, hay una explicación básica, dos o tres comentarios sobre algún asunto, alguna curiosidad, y un pequeño texto tipo “Vasco de Gama en la actualidad”; luego se ve otra doble página con una ilustración grande y una cita del mismo descubridor, o de alguien sobre él.
El taxidermista, el duque y el elefante del museo (Ximena Maier)
Nido de ratones, 2018; 64 págs.
Historia del elefante africano que pueden admirar los visitantes del Museo de Ciencias Naturales de Madrid desde 1930. Lo cazó el Duque de Alba en 1913 y envió su piel al Museo para que tuvieran allí un ejemplar disecado. Luis Benedito, el taxidermista del museo, que nunca había visto un elefante africano, empezó su trabajo no sin antes documentarse bien. En 1930, el elefante ya terminado fue mandado al Museo y colocado en el sitio que sigue ocupando hoy. La narración atrae porque está bien documentada; porque la secuencia de las cosas que van pasando y del trabajo de Benedito y sus ayudantes se muestra con orden y buen humor; porque las ilustraciones son excelentes, y porque todo deja en el lector la sensación de que “bien pudo ser así”.