Thassàlia. Barcelona (1996). 214 págs. 1.900 ptas.
Desde su primera novela, Hôtel Du Lac, galardonada con el Booker Price en 1984, Anita Brookner (Londres, 1928) ha ido aumentando paulatinamente su prestigio hasta ser considerada una de las mejores escritoras de Inglaterra. Su éxito estriba quizá en haber continuado fiel a la carga psicológica e intimista de su primera novela. Sus personajes -casi exclusivamente femeninos- están siempre necesitados de un viraje interior que armonice sus sentimientos con la vida real.
Encuentro en la Rue Laugier no se separa un ápice de este universo emocional. Maffy narra la historia de sus padres, inventada por ella misma después de encontrar unas pocas anotaciones en un cuaderno de su madre. Maud, una chica sencilla e introvertida, es seducida por Tyler, un joven inglés libertino y egocéntrico, para quien el amor libre es un divertimento. Tras la calculada desaparición de Tyler, Maud acepta casarse con Edward. Sin embargo, sobre el matrimonio planeará siempre el recuerdo de Tyler.
El matrimonio espera encontrar sosiego en la estabilidad conyugal. Pero con el tiempo, la desunión espiritual parece afianzarse, y la estabilidad se torna externa, desligada de un vínculo más hondo. La autora bucea en la amargura de los sentimientos; pero, al igual que en otras novelas, no erige un monumento a la frustración o al desengaño. Las continuas vueltas y revueltas en torno a la psicología amorosa hacen que el relato resulte a veces tedioso. Hay algunos detalles sensuales que no cuadran mucho con la mesura y delicadeza del texto. En todo caso, son matices que no empañan demasiado esta novela psicológica de amor y responsabilidad, escrita con una elegancia poco común.
La autora tiene el don -ampliamente demostrado en su novela Una relación inconveniente- de reconvertir la vida anodina en algo interiormente rico, gracias a un trabajado y pulido estilo. Así, el eje de la novela, la difícil complementariedad entre Jane y Dolly, se muestra sólo a través de sutiles pinceladas, que al final determinan un cuadro de personalidades perfectamente definidas.
Pablo de Santiago