Ensayos

Lumen. Barcelona (2009). 444 págs. 15 . Traducción: Flavia Company y Mercedes Corral.

TÍTULO ORIGINALNon possiamo saperlo / Mai devi domandarmi

GÉNERO

Desde su muerte (1991), a los 75 años, las obras de Natalia Ginzburg -una de las mejores escritoras italianas del siglo XX- no han dejado de publicarse en castellano. Sus mejores obras son Léxico familiar (Aceprensa 20-05-1998 y 1-08-2007) y Las pequeñas virtudes.

Faltaban los ensayos, donde es posible llegar a los detalles de su concepción del mundo y de la vida. De familia paterna judía y madre cristiana, ni ella ni sus padres eran personas religiosas sino laicos al estilo italiano (que no necesariamente, al menos en la gente seria, quiere decir laicista).

Natalia Ginzburg adoraba el matiz, el detalle nimio. En temas cruciales su postura nunca es rotunda y excluyente. Incluso cuando se declara, en uno de estos ensayos, partidaria de la permisión del aborto, lo hace del modo más alejado posible a las campañas proabortistas y a las ridículas alharacas de algunas feministas. Sobre el tema de “creer o no creer en Dios” afirma: “Los que no creen deben tener en cuenta que hay personas para las que un mundo sin Dios es algo atroz”.

Un ensayo sobre “El crucifijo en las escuelas” es lo mejor que se puede leer sobre el tema, viniendo de una persona no creyente. “El crucifijo no genera ninguna discriminación. Está ahí mudo y silencioso.(…) Dicen que por un crucifijo colgado en la pared pueden sentirse ofendidos los escolares judíos. ¿Por qué deberían sentirse ofendidos los judíos? ¿Acaso Cristo no era judío y un perseguido, y acaso no murió en el martirio como le sucedió a millones de judíos en los campos de concentración? El crucifijo es el signo del dolor humano (…) El crucifijo representa a todos (…) Porque antes de Cristo nadie había dicho que los hombres son todos iguales y hermanos, todos, ricos y pobres, creyentes y no creyentes, judíos y no judíos, blancos y negros, y antes de él nadie había dicho que en el centro de nuestra existencia debemos situar la solidaridad entre los hombres”. Para acabar: “El crucifijo forma parte de la historia del mundo”.

En Aceprensa hay numerosas reseñas sobre la obra literaria de Ginzburg: Las palabras de la noche (20-07-1994 y 13-02-2002), Nuestros ayeres, Querido Miguel, Sagitario, La ciudad y la casa (9-07-2003).

He seguido a Natalia Ginzburg desde su primera novela famosa, Léxico familiar, en 1963. No pienso como ella en algunas cosas, pero da gusto encontrar a una escritora que afronta los temas más difíciles con los hoy tan raros recursos de la inteligencia, la tolerancia y el respeto por las creencias ajenas.

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