Ante los problemas a los que se enfrenta el mundo, desde la desigualdad al subdesarrollo, desde la ecología a la participación del cristiano en la sociedad en que vive, parece que cada vez cobra más importancia la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Ahora bien, ha sido también frecuente un enfoque de la misma demasiado “documental”. Como explica Rafael Gómez Pérez en este libro, la exigencia de que el creyente se comprometa en la lucha contra la injusticia nace de las enseñanzas de Cristo. Aunque se hace referencia al Compendio de la Doctrina Social, lo que pretende este ensayo es revelar las fuentes evangélica de la misma.
El mensaje cristiano se sustenta sobre el amor a Dios y a los hombres. La clave para entenderlo bien es tomar conciencia de que se trata de amores que se exigen recíprocamente, de modo que la forma en que tratamos a los demás es reflejo de nuestra vida interior. En esta línea, Gómez Pérez explica las diversas dimensiones de la caridad, partiendo de la diferencia entre ella y sus caricaturas, como la filantropía. A diferencia de esta última, el mandato de Cristo es concreto y no genérico. Recuerda, además, que la caridad se extiende no solo a los necesitados, pues es la virtud que ha de guiar la relación del hombre con su prójimo, con independencia de la condición de este último.
Lo mejor de esta aproximación al contenido social del cristianismo es que sigue muy de cerca la narración evangélica y desgrana, a partir de lo que hacía y decía Jesús, cuál es la auténtica actitud de quienes le siguen, descubriendo aspectos de los que es más raro oír hablar como, por ejemplo, la ternura. A las citas evangélica se añaden también comentarios sobre textos magisteriales y pontificios y, como es habitual en el autor, inteligentes referencias al contexto contemporáneo.
Se trata, en definitiva, de un auténtico vademécum, en el que se exponen los temas más importantes de la DSI, incluyendo la economía y la forma cristiana de entender la ecología. Puede servir también para reconciliarse con el prójimo y evitar que tantas batallas en la opinión pública y tanta insistencia en la guerra cultural impidan descubrir a Cristo en el rostro de todos.
