Rusadir. Melilla (1993). 86 págs. 650 ptas.
A once años de la publicación de su anterior entrega, Rafael Morales (1922) rompe su silencio con un nuevo poemario que tiene carácter de despedida, Entre tantos adioses. Su trayectoria poética ha transcurrido, incomprensiblemente, bajo el signo de la discreción, a pesar de que sus Poemas del toro (1943) impulsaron la rehumanización de la poesía de posguerra y de que Los desterrados (1947) inauguró la poesía social en España.
Este nuevo libro de Morales sintetiza las características esenciales de toda su obra: franciscanismo, atención a lo insignificante y marginado, invocación a Dios, apelación al amor, presencia de lo urbano, etc. Todo ello se encuentra animado por una recuperación del yo íntimo, que entronca con sus juveniles Poemas del toro.
Pero, además, gravitan por sus poemas guiños que hacen referencia a otros libros y a anteriores poemas: recuerda el canto que hiciera a unos zapatos viejos, a los tristes, a los oficios humildes… Y, en fin, se deleita ahora en recuperar instantes minúsculos de su vida sencilla, de los poetas amigos, de la esposa, de la normalidad discreta de su vivir. A poemas de un vitalismo casi adolescente une otros desengañados, que hablan de muerte y de adioses irrecuperables.
En el plano formal, recurre a la depuración de las formas barrocas que caracterizan buena parte de su obra. Su verso se hace sencillo, breve, incisivo; se carga de esencialidad y de latido humano. Todo ello viene a confirmar y a dar coherencia a su obra.
Begoña Lozano