Seix-Barral. Barcelona (1994). 219 págs. 1.500 ptas.
La trayectoria literaria de Julio Llamazares (León, 1955) comenzó con la publicación de dos libros de poemas: La lentitud de los bueyes (1979) y Memoria de la nieve (1982). Posteriormente ha escrito varias novelas, como La lluvia amarilla (1989) o esta última, radicalmente impregnadas por el lirismo de su poesía.
Escenas de cine mudo relata la infancia del autor en una aldea minera leonesa. La novela se estructura en torno a los recuerdos que suscita la contemplación de un viejo álbum de fotos familiar que «resume en sus imágenes la película de un tiempo que, sin que me diera cuenta, se fue quedando olvidado en lo más hondo de mi memoria». Cada capítulo, que anima las imágenes estáticas de las fotografías, tiene autonomía pero mantiene con los demás un encadenamiento apenas perceptible que hace de las diversas secuencias del libro un todo unitario.
Llamazares, ya en sus anteriores novelas y de un modo especial en Escenas de cine mudo, levanta sus mundos ficticios desde la memoria y otorga al recuerdo el papel de elemento fundamental de la existencia. En definitiva, la escritura se convierte para él en un método «para pasar la vida, para soportar el paso del tiempo».
Las reflexiones sobre el paso del tiempo y sobre el papel de la memoria y del recuerdo son casi constantes en cada uno de los múltiples capítulos que integran la novela. Son la memoria y el recuerdo los que nos actualizan las miradas tristes de los mineros, la llegada de la televisión a la aldea, la fugaz visita de Franco, o el primer amor.
Con todo, lo más sobresaliente de la narración es el exquisito primor con que Llamazares elabora su prosa. Es, en definitiva, la novela de un poeta, llena de imágenes que, lejos de sobrecargar la narración, la iluminan.
Begoña Lozano Carbayo