Planeta. Madrid (2000). 253 págs. 2.400 ptas.
Este libro es fruto de un ciclo de conferencias organizado por la Real Academia de la Historia con el fin de reafirmar el carácter nacional de España frente a una tendencia, clara en algunos manuales de enseñanza media, que viene a cuestionarlo. El ciclo, en el que participaron Luis Suárez, José Alcalá-Zamora, Gonzalo Anés, Carlos Seco, fue precedido de otro, Reflexiones sobre España, que también dio lugar a la correspondiente publicación. En ambas ocasiones, la Academia recuperaba la cuestión de la idea de España a lo largo de la historia, en la línea de una de las preocupaciones de intelectuales como Claudio Sánchez Albornoz, José Ortega y Gasset, Julián Marías, Américo Castro o Pedro Laín Entralgo.
La obra pretende mostrar cuáles fueron los sentimientos y las ideas -hoy diríamos nacionales o nacionalistas- sobre España en cada una de las épocas tratadas y cómo evolucionaron. También ha querido presentar cómo influyeron esos sentimientos e ideas en decisiones políticas que han configurado, desde la Alta Edad Media y a lo largo de una trayectoria multisecular, la España de hoy.
Suárez se ocupa de la evolución del sentir de los hispanos durante la Edad Media que culminaría, en esta primera etapa de la nación española, en el matrimonio de los Reyes Católicos o, en el ámbito cultural, en la Gramática de Nebrija y en La Celestina. Galmés de Fuentes se acerca al tema de las relaciones entre las lenguas peninsulares y la lengua común utilizada en la administración y en la acción exterior. Alcalá-Zamora expone, a través de textos literarios, el sentimiento de pertenencia a una comunidad española existente en los siglos XVI y XVII. Céspedes del Castillo estudia la aportación de los reinos de Indias a la Monarquía española y el quebranto que produjo su pérdida. Anés muestra cómo se afianza, durante el siglo XVIII, el sentimiento de que España era una nación con dos territorios, el de la Península y el de Ultramar. Por fin, Seco expone documentadamente la pervivencia de la idea de la unidad nacional durante los siglos XIX y XX, a pesar de la radical división entre absolutistas y liberales, primero; de los proyectos federalistas, después; y, finalmente, de las propuestas regionalistas que, sólo para algunos grupos minoritarios, devinieron en separatistas.
Aunque no faltan consideraciones cuestionables (como sustentar en una declaración constitucional la naturaleza nacional de España; o negar legitimidad al cambio pretendido por una generación apelando a la ruptura de una trayectoria multisecular que ello supondría), el libro responde a las expectativas suscitadas por la condición y el prestigio de sus autores, y brilla con luz propia entre las diversas y espléndidas publicaciones que, en 1999-2000, han reflexionado sobre el tema de España como nación.
Marta Onandía