En 1986, el hoy patriarca de Venecia, Angelo Scola, entrevistó a Hans Urs von Balthasar (1905-1988), una referencia para la teología del momento y uno de los iniciadores, junto con Joseph Ratzinger y Henri De Lubac, de la revista teológica Communio. En la actualidad, el pensamiento de Balthasar resulta atractivo y sugerente, aunque es cierto que su obra es demasiado compleja para quien no tenga formación teológica. Lo interesante de este breve libro-entrevista es que en él Balthasar se aleja de la reflexión abstracta y especializada para abordar los problemas de la Iglesia de nuestro tiempo, profundizando sobre el contenido del Concilio Vaticano II.
En el contexto de una conversación, Balthasar repasa la obra de teólogos coetáneos, advirtiendo contra las deficiencias de algunos planteamientos. En concreto, critica el trasvase que algunos teólogos proponen con el fin de hacer del pueblo de Dios una ciudadanía democrática. Reprueba también la teología de la liberación, en la que ve una muestra más de la errónea mezcolanza entre religión y política. Denuncia las corrientes con un acusado “complejo antirromano” porque, oponiéndose a Roma, se oponen igualmente a la unidad de la Iglesia.
Es precisamente esta unidad lo que posibilita el diálogo ecuménico, señala; sólo defendiendo la ortodoxia se puede lograr la meta de la reconciliación de las Iglesias cristianas en una única Iglesia. Asimismo, tras repasar su biografía intelectual y ahondar en el significado de su propia obra, Balthasar defiende un “cristianismo vivido”, en el sentido de que son los cristianos con su propia vida quienes pueden hacer accesible para los demás el mensaje evangélico.