Si la investigación científica actual es fruto del trabajo en equipo, este libro es una buena muestra de ello. Nueve profesores de universidades públicas y privadas de España, Italia y Perú han aunado esfuerzos para presentar al lector la relación entre familia, educación y sociedad desde una perspectiva interdisciplinar: histórica, sociológica, antropológica, relacional, afectiva y tecnológica.
Desde el punto de vista histórico, las colaboraciones ponen de manifiesto que la familia grecorromana, paleocristiana y renacentista poseen cierta continuidad, pero más diferencias que puntos en común. Para los griegos su identidad se basó en los vínculos legítimos de la sangre y la educación de los varones evolucionó positivamente hasta el helenismo. En Roma, la familia se enraizó en la figura del pater familias; la mujer romana, a diferencia de la griega, tuvo más autonomía fuera del hogar. Con el cristianismo aparece el carácter sacramental del matrimonio y las escuelas catequéticas. Si durante la Edad Media la familia se sustentaba en el linaje y el parentesco extenso, el Renacimiento alumbró la unión formada por cónyuges e hijos, comunidad educativa para conocer la verdad y adquirir la virtud. Salvo excepciones, las mujeres siguieron siendo minusvaloradas, aunque su nivel de alfabetización creció.
En la actualidad se pone especial énfasis en las diferencias, debido al multiculturalismo y la emigración; la alteridad social encuentra su primera dimensión en la familia. Para evitar que tanto las relaciones sociales como familiares se basen en un humanismo débil y una ética neutra, es preciso partir de un personalismo relacional.
La familia no es mera sociología o funcionalismo; se basa en la naturaleza de las personas que la componen y en sus relaciones: aceptación del otro, servicio y amor personal.
Desde el punto de vista de la educación emocional, la armonía entre los cónyuges es la base del equilibrio afectivo de los hijos y exige compatibilizar la fortaleza con la acogida.
La realidad de la familia es compleja y el análisis meramente sociológico o psicológico no son suficientes para captar su todo integrado; para educar se necesita una constante reflexión sobre la acción práctica y la experiencia a fin de conseguir una pedagogía tendencialmente perfectiva.
Las tecnologías de información y comunicación (TIC) son el escenario de la socialización del siglo XXI. Adolescentes y jóvenes se sienten muy atraídos por las redes sociales que afirman su personalidad y pertenencia grupal, además de facilitar la interacción sin límite espacio-temporal. Ante las TIC interesa ser capaz de pensar crítica y éticamente en un contexto con potenciales amenazas, no solo por los contenidos, sino por la vulneración con frecuencia involuntaria del derecho a la privacidad.
El libro es una propuesta sugerente para madres, padres, profesores y estudiantes de Ciencias de la Educación.