Familias reúne tres relatos de Natalia Ginzburg publicados en su día con más de treinta años de diferencia: su primera novela, El camino que va a la ciudad (1942), Familia y Burguesía (ambos de 1977). Las tres narraciones -aunque con argumentos diversos y con un estilo que acusa las distintas décadas en las que han sido escritas- cuentan delicadas historias íntimas de familias infelices.
El camino que va a la ciudad habla de Delia, una chica víctima de la educación recibida y de la escasez de formación, que queda embarazada en la adolescencia y se ve abocada a casarse y a renunciar al que pudo ser su gran amor. Familia pivota en torno al fracasado matrimonio de Carmine, a través de cuya voz narradora se va desvelando una delicada red de deslealtades e infidelidades de unas vidas a la deriva, de las que apenas se recogen “montoncitos de impresiones mínimas, dolorosas, pero ligeras”, suficientes para hacernos cargo de la amargura de las almas retratadas. Burguesía, por su parte, relata la desgraciada vida familiar de una viuda obsesionada por los gatos.
Ginzburg compone un tapiz de familias frágiles, que naufragan sin encontrar asidero en sus vidas, que gastan su existencia en ver pasar los días. Se hace así portavoz de la infelicidad, y transmite y deja en el lector una sensación de amargura, solo reconfortada por el acercamiento piadoso a sus personajes, a los que trata con cierta ternura a causa del desvalimiento en el que viven. Destaca, además, el acierto de su escritura: con apenas pocos trazos -desordenados e inasibles pero de gran eficacia narrativa- desvela el mundo interior de los protagonistas. Logra, además, dar forma a interesantes retratos íntimos del alma humana, especialmente la femenina, sin recorrer la biografía entera de sus personajes, sino a base de pinceladas sueltas, emotivas. Con razón se habla de Natalia Ginzburg como de una de las narradoras italianas más importantes del siglo XX.