“En la web se puede navegar, pero también chapotear”, escribe con sentido común Alfredo Abad. Su libro Familias digitales ofrece una divulgativa introducción las nuevas tecnologías dirigida especialmente a padres y profesores. Su punto de partida es claro: “Internet se ha hecho cultura. Ha ido modificando nuestra manera de realizar ciertas actividades, antes manuales y ahora tecnológicas, antes analógicas y ahora digitales”. Al hacerse cultura, conviene asimilarlo y entenderlo para utilizarlo de la mejor manera posible. Hacia este fin se orienta el libro, que considera las nuevas tecnologías como una realidad positiva que puede mejorar muchos aspectos de la formación humana y que contiene múltiples aplicaciones para la vida cotidiana y social.
Parte el autor de una visión integradora de las nuevas tecnologías. Su sugerencia principal es que debemos incorporarlas al “propio acervo cultural”, o sea, estar abiertos a ellas con un sentido constructivo y a la vez crítico, para aprovecharse convenientemente de ellas y, también, humanizarlas.
Eso no significa que no existan peligros. Los hay, y muchos y muy graves, como se señalan en este libro. Pero estas amenazas deben ser un reto con el fin de hacer el uso adecuado de estos revolucionarios medios. “No servirá de nada la prohibición –escribe el autor dirigiéndose en particular a los padres– si no se sugiere una alternativa concreta que sustituya a la actividad no recomendada”.
El autor explica las consecuencias didácticas y pedagógicas de la poderosa irrupción de los “videojuegos”. Explica las posibilidades de los diferentes dispositivos móviles, la inmensa variedad de aplicaciones disponibles, las modalidades de web que se han ido sucediendo en pocos años. Aconseja sobre la necesidad de introducir mecanismos de defensa y seguridad ante las numerosas amenazas que pueden venir de fuera. Para el autor, sin contemplaciones, “es una irresponsabilidad no disponer de un sistema de filtrado de contenidos”. Esas amenazas pueden venir en forma de virus, espías, phishing, spam…
Abad detalla también las novedades que aportan las redes sociales. Luego acerca a los lectores al mundo de la blogosfera. A propósito de la obsesión por los blogs y la información, propone esta reflexión: “Tener información es importante. Tener buena información lo es mucho más. Tener demasiada información es irrelevante”. A esta sobredosis se le llama infoxicación.
Las nuevas tecnologías han propiciado también nuevas enfermedades de nuestro tiempo, como la nomofobia, el miedo irracional a estar desconectado de los dispositivos digitales. También está el Síndrome de Diógenes Digital, esa persona que almacena en el ordenador absolutamente todo; o el Síndrome de Asperger Digital, un peculiar autismo que lleva a la reclusión informática; o el Pulgar de Blackberry, dolencia de las personas hiperactivas que están todo el día hiperconectados a las redes sociales. El libro advierte también de los peligros del ciberacoso y de la pornografía digital.
El autor concluye con una reflexión que traspasa todo el contenido de este ensayo: “Explotar las posibilidades de Internet con eficacia exige conocer el medio, sobre todo, si queremos hacer bien las cosas. Hacer el bien exige aprendizaje. No basta con desear el bien, hay que hacerlo. Y, para hacerlo, hay que saber cómo se hace”.