Siglo XXI. Madrid (1997). 364 págs. 4.500 ptas. Edición original: Yale University Press. New Haven/Londres. (1997). Traducción: Patricia Escandón.
Al conmemorarse los 400 años de la muerte de Felipe II, se publica esta biografía del conocido hispanista inglés Henry Kamen. Como hombre que gobernó durante medio siglo el imperio más extenso del mundo, Felipe II tuvo muchos enemigos, que lanzaron campañas contra él identificándole con la represión, el fanatismo y la ignorancia. Surgió así la leyenda que ha distorsionado su imagen hasta hoy.
A través de las densas páginas del trabajo de Kamen se nos va mostrando la humanidad del rey. Comenta el autor que, con la sola excepción de su padre Carlos V, ningún otro gobernante de la época había viajado tanto o acumulado tanta experiencia práctica en relaciones internacionales. La imagen del hombre enclaustrado sólo pertenece a la leyenda: vivió un año en Inglaterra, cinco en los Países Bajos, dos en Portugal y uno en Alemania. Entendía el francés, el italiano, el portugués y posiblemente algo de catalán, aunque sólo escribía en castellano y en latín. Con una enorme capacidad para almacenar y utilizar información, agobiado muchas veces por los papeles a través de los cuales se empeñaba en tramitar todos los asuntos, tenía una visión «casi profesional» de la dignidad real y de su propia función como hombre más poderoso de su época. Sin embargo, vestía sin suntuosidad, no tenía guardaespaldas y daba audiencias solo y desarmado.
Su trayectoria personal quedó entrelazada con las grandes cuestiones político-religiosas que jalonan su reinado, algunas de las cuales tienen envergadura suficiente para marcar por sí solas una época: guerra de los Países Bajos, extensión del protestantismo y Concilio de Trento, colonización de América, el desafío de los turcos en el Mediterráneo, el problema morisco, la Inquisición, la anexión de Portugal… Aún hoy resulta complicado juzgar la actuación del rey en bastantes de esos problemas. Por ejemplo, si bien es cierto que reprimió con firmeza los conatos de protestantismo en la Península, lo hacía intentando evitar el desorden y la violencia que la cuestión había ya ocasionado en el Norte de Europa. Y si hoy nos parece aberrante esa política, no hay que olvidar que en Inglaterra, bajo la reina María, se ejecutó al triple de personas, o al doble, poco antes, en la Francia de Enrique II.
Pero, tal como el rey escribía en la cita con que se abre el estudio, «… yo no sé qué piensan de mí, sino que soy de hierro o de piedra, y en verdad han de ver que soy mortal como los demás». A los 18 años ya era padre y viudo. Su biografía estuvo marcada por la presencia de la enfermedad y la muerte: viudo en cuatro ocasiones, tuvo ocho hijos nacidos vivos, de los cuales sólo dos le sobrevivieron: el futuro Felipe III y la infanta Isabel. Estos continuos mazazos le afectaron mucho, pues fue un hombre que pese a sus responsabilidades del poder logró mantener un correcto equlibrio entre trabajo y familia. Lo cual no deja de tener su mérito en una época en que los matrimonios reales se concertaban como cuestiones de política exterior.
El estudio del profesor Kamen, sólidamente documentado, interesará tanto a historiadores como a lectores cultos apasionados por este periodo de la historia de España. Quizá en ocasiones resulta algo confuso, a causa del método expositivo que sigue un estricto plan cronológico: tiene la ventaja de acercarse a los acontecimientos tal como tuvo que hacerlo el protagonista, pero el inconveniente de la continua sucesión de cuestiones, que se disputan la atención del rey. Se echa además en falta más atención a los problemas económicos, pues la escasez de recursos fue una de las limitaciones que obsesionaron a Felipe II, y sin embargo Kamen trata las suspensiones de pagos casi como de pasada. Pero ello no empaña la calidad, el rigor y la amenidad del libro.
Antonio del Cano