Michael J. Sandel, profesor de filosofía política en Harvard, se ha ocupado a lo largo de su trayectoria de temas como la justicia, la moral y la bioética (ver Aceprensa 17/08). Es conocida su crítica al liberalismo de J. Rawls y, en general, a toda postura filosófica que proponga el abandono de criterios morales en el ámbito público. Precisamente el motivo que animó a Sandel a recopilar en Filosofía pública artículos de las tres últimas décadas fue el peso que, según las encuestas, el electorado concedió a los problemas morales -por encima de la economía o el terrorismo- en la reelección de Bush, en 2004.
Hay una idea común que late en todos los artículos, en los que se plantean diferentes problemas. Todos ellos son una puesta en práctica -por medio de una rica casuística- de la aportación principal de Sandel: la recuperación de un activismo cívico que le convierte en heredero de esa rica tradición que se remonta hasta Aristóteles.
En la primera parte del libro, dedicada a analizar el planteamiento de los problemas cívicos en la sociedad americana, se destaca que los grupos progresistas han ido perdiendo terreno en la defensa del civismo, justamente como consecuencia de la admisión de la neutralidad moral de la esfera pública. De ahí que Sandel pregunte si los políticos están en condiciones de asegurar o promover una sociedad políticamente madura y responsable.
También se abordan en el ensayo los asuntos más polémicos: el aborto, el suicidio asistido, la discriminación positiva, los nuevos retos de la bioética y el papel de la religión en la vida pública.
Sandel recuerda una pregunta inquietante: ¿en qué medida la libertad individual e ilimitada, idolatrada en nuestras sociedades, puede resolver cuestiones que afectan al colectivo social? Ninguna de las cuestiones referidas puede quedar limitada a decisiones individuales, tomadas en la esfera privada, porque son relevantes para el conjunto de la sociedad. Por ello mismo, no pueden sustraerse al debate público.
Por último, en el libro se examinan las teorías políticas liberales, con el fin de ver su compatibilidad con discursos políticos sustantivos que defiendan ideales morales. Para Sandel hay que tratar de no desnaturalizar la filosofía política; en este sentido, se ha de admitir el juego de la controversia y la polémica, la discusión, sin excluir a nadie puesto que a todos afecta y todos han de contar con la posibilidad de ofrecer su opinión y punto de vista.
Filosofía Pública es, en definitiva, una buena aproximación -accesible también para no especialistas- tanto a la trayectoria del autor como a los grandes problemas de toda comunidad social, que permite entender y recuperar la idea de lo político a la manera en que lo entendían los clásicos.