Tras el impresionante éxito de Imperiofobia y leyenda negra, María Elvira Roca Barea propone ahora una revisión del modo en que se asentaron los tópicos de la hispanofobia desde el siglo XVIII. Su tesis es que las élites españolas –sobre todo, intelectuales– prolongaron la guerra cultural contra el Imperio español, procedente de Francia y Alemania, al apoyar la idea de que su historia era (y es) un desastre y fracaso continuos.
Roca Barea arranca su relato con la muerte de Carlos II, último de los Austrias. A la llegada de los Borbones le acompañó el desprestigio de la dinastía anterior mediante una propaganda muy efectiva que, por ejemplo, borró de la historia al conde de Oropesa (el eficiente valido de “el Hechizado”) y, también, los dos siglos anteriores de hegemonía española en lo militar, lo político y lo cultural.
El siglo XIX comienza en España con una guerra y acaba con el desastre de Cuba; pero, en realidad, su convulso desarrollo no es muy distinto del de otras naciones europeas, o la misma Francia, que en un período similar, alumbró tres monarquías constitucionales, dos repúblicas de corta vida y dos imperios breves. Roca Barea dibuja aquí el contraste entre la élite y el pueblo, entre un grupo dispuesto a vivir bajo un poder extranjero a principio de siglo y reacio a ver la España real a final del mismo, y el conjunto del país que sí era consciente de la dependencia de Francia y que, para 1898, demandaba de sus dirigentes reformas concretas.
La tercera parte del libro arranca con la germanización de la propaganda antiespañola, que Roca Barea examina mediante una crítica de la doctrina weberiana según la cual el éxito del capitalismo se debe a la ética protestante, una tesis desmentida o matizada por sociólogos como Rodney Stark o Benito Arruñada. Además, plantea la disgregación nacional presente en Europa y propone algunos cambios constitucionales para garantizar la igualdad entre españoles en un escenario de creciente balcanización.
El lector de Fracasología encontrará el mismo estilo beligerante de Imperiofobia, si acaso más desenfadado. Roca Barea se ha hecho célebre por críticar intelectualmente las interpretaciones y los tópicos heredados acerca de nuestra historia. Esto es, también, lo que más críticas le está acarreando. Nada de esto impide disfrutar la lectura de una obra divulgativa y popular que, además, se suma a los esfuerzos de varios autores recientes por insistir –desde la filosofía, la historia o la sociología– en la no excepcionalidad de España respecto al conjunto de Europa.