Crítica. Barcelona (2000). 231 págs. 995 ptas. Traducción: Juan Vivanco.
Cavalli-Sforza (Génova, 1922), profesor de genética en la Universidad de Stanford, expone aquí las conclusiones de un ambicioso proyecto de investigación, dirigido por él, sobre el desarrollo histórico y la distribución geográfica de los genes de la humanidad moderna (Homo sapiens). El resultado avala la hipótesis de la Eva africana o Eva mitocondrial, que mantiene que toda la humanidad actual sería descendiente de una sola mujer.
La investigación se basa en el estudio del ADN mitocondrial (ADN-mt), que solo lo transmiten las mujeres. El resultado de la investigación no significa que esta Eva fuera la única mujer existente en aquel momento; al contrario, debió de haber algunos pocos millares más, pero sus ADN-mt no se han transmitido hasta nosotros, por la sencilla razón de que no somos sus descendientes genéticos. También hay que tener en cuenta que los datos genéticos de Eva se han de hacer casar con los de Adán, relativos al cromosoma Y, que solo es transmitido por los hombres (ver servicio 75/01).
Esta mujer habría vivido en el Este africano hace entre 150.000 y 300.000 años. Hace unos 100.000 habrían comenzado las primeras migraciones de los hombres modernos, pero, a tenor del registro arqueológico de Oriente Medio, fracasaron. No así la que eclosionó hace unos 60.000 años, que es la que dio lugar a la situación actual.
El estudio del desarrollo de las lenguas corrobora el del análisis genético de las poblaciones y, según Cavalli-Sforza, avala también la tesis de un origen único de la humanidad moderna a partir de África. De hecho, el autor considera inconcebible la hipótesis de la evolución multirregional de la humanidad propuesta por Thorn y Wilford.
¿Qué grado de fiabilidad tienen estos estudios? El propio autor responde a esta cuestión: «Una reconstrucción de la historia genética y lingüística del mundo tiene que ser necesariamente incompleta, porque hoy por hoy quedan numerosas lagunas y zonas dudosas. De todos modos, lo podemos intentar, a sabiendas de que es muy hipotética, con algunos puntos claros y otros bastante oscuros, mero ejercicio de la imaginación» (pág. 152).
El lector interesado en esta historia encontrará en Genes, pueblos y lenguas una exposición de los datos comprensible sin necesidad de un bagaje previo de conocimientos específicos ni en genética ni en lingüística, ni en arqueología. Se trata, pues, de una obra divulgativa y de lenguaje accesible.
Carlos A. Marmelada