Las amistades entre los grandes ofrecen riquezas por partido doble a quienes venimos después. Fue el caso de Montaigne y La Boétie, por ejemplo. O de Steiner y Ordine, coetáneos nuestros que recogieron no solo el testigo de aquellos sino también su profundo amor por los libros. Un poco antes de morir, Nuccio Ordine (1956-2023) dio a la imprenta este breve texto que, además de explicar su relación con el erudito europeo, servía de introducción a las entrevistas, ya publicadas, que le realizó a lo largo de la dilatada relación que mantuvieron.
Ordine fue algo así como el albacea intelectual de George Steiner (1929-2020) y es fácil colegirlo si se tiene en cuenta que este último lo eligió como interlocutor para una conversación que ordenó publ…
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