Planeta. Barcelona (2005). 272 págs. 21 €.
Este es un libro para orar, que nace de la oración, y trata de la oración. Javier Echevarría, Obispo Prelado del Opus Dei, invita al lector a hacer oración presentando a Jesucristo en agonía en Getsemaní, y en cierto modo como en súplica para que le acompañemos en la inmensa tarea de realizar la Redención de la humanidad.
A lo largo de nueve capítulos -o, mejor, nueve meditaciones- va desfilando pausadamente cada uno de los movimientos y palabras del Redentor en su agonía orante. Una y otra vez, se quiere poner de manifiesto el contraste entre todo un Dios que en su humanidad muestra su generosidad sin límites, de modo tan sobrehumano que deja ver que sólo la unión con la divinidad la hace posible; y unos apóstoles, en quienes estamos todos reflejados, que dan prueba de su mezquindad, precisamente cuando el Maestro los invita a acompañarle.
El origen del libro en la predicación del autor, y su propósito de enseñar a orar, se ponen de manifiesto aún más en varios párrafos en los que se dirige a Jesucristo directamente: «Nada es más cierto -escribe en uno de ellos- que la afirmación de que no podías afanarte más por nosotros, pues te has inmolado totalmente; si no podías hacer más, significa que has puesto a nuestra disposición toda esa plenitud, el Amor que puebla la misma eternidad. No existen palabras en el lenguaje humano capaces de describir lo que recibimos cada hora: porque la oración en el huerto y la Pasión son actuales, como cuando te llegaste al Monte de los Olivos y cargaste con la Cruz Santa hasta la cima del Gólgota».
No es una obra de muchas citas: relativamente pocas, pero incisivas. Es algo buscado por el autor, para no interrumpir el hilo de lectura. Pero, a la vez, son referencias indicativas de las fuentes a las que acude Mons. Echevarría.
En primer lugar, la Sagrada Escritura, y en particular los Evangelios. También, la Patrística y los clásicos del Siglo de Oro español. Y, como no podía ser menos, la predicación de sus antecesores al frente del Opus Dei: san Josemaría Escrivá y Mons. Álvaro del Portillo. Con todo, además del estilo propio, se nota una diferencia. Hace medio siglo, san Josemaría proclamaba a los cuatro vientos que todos los fieles cristianos están llamados a la santidad. Hoy, su segundo sucesor más bien lo recuerda; eso sí, continuamente. Ya no es la novedad de antaño: ahora es doctrina común en la Iglesia católica.
Julio de la Vega-Hazas