Ediciones Internacionales Universitarias. Barcelona (1997). 193 págs. 1.000 ptas.
Gorrión solitario en el tejado apareció en 1972, cuando Pedro Antonio Urbina (1936) ya había publicado novelas como Cena desnuda, El carromato del circo, La página perdida y Días en la playa. Después de 1972 aparecen otras novelas como Una de las cosas, Pisadas de gaviotas sobre la arena y Mnemósine está en la galería (ver servicio 79/92).
En esa época la novela española iniciaba un proceso de renovación formal y de contenidos. El crítico Sanz Villanueva incluye a Urbina en la denominada generación del 68: autores nacidos en los años 30 y 40, que publican sus primeros libros a finales de los 60 y principios de los 70 y que se caracterizan por un deseo de romper con la novela social de la década anterior. En Gorrión… se puede rastrear lo mejor de la novela experimental española de los setenta. La ruptura de la linealidad argumental, la visión caleidoscópica del personaje, la destrucción del tiempo y el espacio tradicionales, la variedad de puntos de vista y, como nota propia de Urbina, los juegos con el lenguaje… que no con la historia. En Urbina, la materia poética, literaria, va acorde con la construcción de la novela, rasgo que lo diferencia de su generación, pues los contenidos no quedan relegados a un segundo plano.
Urbina siempre ha novelado sobre un material literario muy cercano a lo que generalmente se llama poesía. Lo que ahora aparece con más fuerza es el sentido crítico. Crítica -que sigue siendo actual- a una moral ramplona y materialista, y a la literatura que tiene a su servicio: la novela realista de los sesenta.
Gorrión… es la historia de una individualidad dolorida en esta civilización de finales de siglo. La novela describe el mundo intimista de un personaje, Eros, que se enfrenta a la estructura simbólica y deshumanizante de un Estado que controla férreamente a sus ciudadanos. El grito de Eros -y de Urbina- tiene una clara intención existencial: huir de la uniformidad, del materialismo y de la masificación.
Que nadie busque en Pedro Antonio Urbina una literatura cómoda, concebida como un fácil producto de consumo. Su novela, como su poesía, es otra manera de poetizar y reflexionar sobre la realidad.
Esta necesaria reedición de una novela clave en la trayectoria de su autor -en la novela aparecen unas palabras liminares de Rosa Chacel y una presentación de Vintila Horia-, rescata a un clásico de la narrativa de vanguardia.
Francisco Andrés del Pozo