Alianza. Madrid (2001). 209 págs. 825 ptas.
«Comunicar es poder, y esto en todos los niveles». Esta rotunda afirmación, explicada en el contexto de las sociedades democráticas y ante el auge de los medios de comunicación, es una de las razones fundamentales que Carlos Javier Morales esgrime para resaltar la importancia que para todos tiene saber hablar bien en público.
Tras un capítulo dedicado a la historia, prosigue con las características de un buen discurso -en sentido amplio, no en el habitual de «conferenciante profesional»-, donde aborda cómo superar el miedo, la necesidad de conocer bien la materia de la que se va hablar y la adaptación a las circunstancias, sin olvidar la naturalidad, la simpatía, la brevedad y el entusiasmo.
A la preparación del discurso propiamente dicho dedica cuatro capítulos: no en vano el autor insiste en que, independientemente de las cualidades naturales, hablar bien es una cuestión de organización, planificación, ensayo, conocimiento de ciertas técnicas y práctica. Ofrece por último una panorámica de tipos de discursos y diversos ejercicios.
El libro, asequible y muy entretenido, está dirigido a un amplio público cuyas necesidades pueden ser muy distintas: desde la madre de familia que en solo 10 minutos tiene que explicar de forma clara y persuasiva por qué no se puede llegar a las 2 a casa, hasta el que dispone de toda una hora porque tiene una audiencia «cautiva» y supuestamente callada y hasta interesada (caso de profesores, conferenciantes, etc.), el que acude a una simple entrevista de trabajo o tiene que hacer una presentación a un cliente. Pero, sobre todo, este libro debería ser de lectura y práctica obligatoria para los estudiantes universitarios y, muy en concreto, aquellos que cursan estudios de comunicación, visto el bajo nivel que hoy se detecta en expresión oral, no ya solo escrita.
Juan Domínguez