En 1841 se produce uno de los más vergonzosos desastres de la historia militar británica: la retirada de Kabul, ciudad clave para el dominio inglés sobre Afganistán, quedará para siempre como un auténtico monumento a la ineptitud. Este hecho histórico sirve de escenario a MacDonald Fraser para darnos a conocer la novelesca personalidad de su héroe, en esta primera entrega de los Diarios Flashman.
El protagonista cuenta con total sinceridad y buen pulso narrativo la peripecia en la que se ve metido circunstancialmente. Flashman es un ser cobarde y primario, con un notable sentido del humor y, ante todo, preocupado por su bienestar. Oportunista, mentiroso, mezquino si hace falta, huye de todo lo que suponga esfuerzo o peligro y no emprende nada si no ve claro un beneficio. Pero se ve convertido en un héroe a su pesar.
En la novela se alternan episodios divertidos con otros de gran dramatismo y de un nivel aventurero tal, que si no fuera por el despego y talante desmitificador propio del personaje, se harían difíciles de creer. Dignos de mención, por su brillantez, son los pasajes en los que se llega a sentir -por su viva plasticidad- qué es el miedo. Flashman es un buscavidas con suerte, esclavo de sus pasiones y con escasa moral, que enfrenta la vida como una diversión. En tono jocoso, algunos breves pasajes refieren escenas de alcoba. Una novela histórica, en fin, con un tunante como protagonista, gran dosis de aventura de calidad, un humor inteligente -y, a veces, despiadado- y donde hay también un lugar para el dramatismo y la redención.