Emecé. Barcelona (2000). 359 págs. 1.800 ptas. Traducción: Adolfo Muñoz García y Nieves Martín Azofra.
En Harry Potter y la piedra filosofal, primer volumen de la serie (ver servicio 141/99), Harry evita que Voldemort consiga la Piedra Filosofal, con la que obtendría riquezas y el Elixir de la Vida que le haría inmortal; Albus Dumbledore, director de su colegio, le ayuda y le recuerda que «no es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir». En Harry Potter y la cámara secreta, el segundo, vuelve a derrotar a Voldemort; y sobre todo resuelve sus terribles dudas interiores sobre si será o no heredero del malvado Slytherin: «Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades», o cualquier clase de destino, le aclara Dumbledore.
La tercera entrega, Harry Potter y el secreto de Azkaban, tiene también la estructura de un curso académico: comienzo en casa de los odiosos tíos de Harry, los Dursley; incorporación a la escuela de magos Hogwarts; vida en Hogwarts hasta que llega el fin de curso y la hora de regresar al mundo muggle, o mundo no-mágico. El hilo argumental básico es el mismo: el acoso a Harry por parte de Voldemort, el poderoso y maléfico mago que mató a sus padres cuando él era muy pequeño y a consecuencia de lo cual tiene una cicatriz en la frente.
Permanecen los otros elementos habituales de tensión: la competencia deportiva de quidditch entre las cuatro casas a las que pertenecen los alumnos; la rivalidad entre Harry y su condiscípulo Draco Malfoy; los vaivenes en la relación entre Harry y sus amigos Ron y Hermione; las inquietudes de los tres por los líos en los que se mete Hagrid, el mago conserje; la enemistad hacia ellos que manifiesta el profesor de Pociones Severus Snape… Conocemos nuevos profesores, averiguamos qué asignaturas se aprenden en el tercer curso, sigue tomando protagonismo la numerosa familia de Ron…
La historia empieza cuando Harry cumple 13 años y esta vez es perseguido por un mago convicto y fugado de la terrible prisión de Azkaban que, según parece, fue quien entregó a sus padres a Voldemort. De nuevo Dumbledore le hace comprenderse a sí mismo algo mejor y le insiste en que «las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro es realmente difícil». Y cuando Harry perdona la vida a quien causó la muerte de sus padres, Dumbledore despeja sus dudas sobre lo correcto de su decisión señalándole que así ha entrado en «lo más profundo e insondable de la magia».
Luis Daniel González