Alianza. Madrid (1988). 251 págs. 900 ptas. Traducción: Juan López-Morillas.
Las historias petersburguesas de Nikolái Gógol (1809-1852) no son, a diferencia de Taras Bulba, El inspector y, sobre todo, Almas muertas, las más conocidas del autor ucraniano. Y sin embargo, la libertad formal, su inventiva verbal y su sagaz penetración de las vanidades y miserias de la condición humana, las convierten en relatos siempre actuales, repletos de fantasía, compasión y mínimas dosis de sátira social.
El capote es uno de esos cuentos inmortales (Nabokov llega a otorgarle el primer lugar en el ranking de la narrativa corta rusa). La nariz, adelantándose a las parábolas kafkianas, recrea las sensaciones del hombre que de golpe se ve privado de sus más elementales atributos. Diario de un loco abunda en otro curioso proceso de enajenación: el de un tipo que va deslizándose por la rampa de la megalomanía hasta creerse el rey de España. La avenida Nevski es un cuento coral en el que se describe el hormigueo de la emergente clase urbana. El retrato, en fin, aborda las relaciones entre creación artística y diabolismo, un claro antecedente de El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.
Marta Onandía