La alemana Judith Schalansky (1980) se ha especializado en libros que llevan detrás un gran trabajo de investigación. Por ejemplo, su anterior libro traducido es Atlas de islas remotas (2013), una enciclopedia ilustrada de los lugares más solitarios e inaccesibles del mundo. En Inventario de algunas cosas perdidas, se propone rescatar del olvido personas, monumentos, animales, ciudades, lugares… que han desaparecido por el imparable paso del tiempo o han sido destruidos de manera accidental o intencionada. Como escribe la autora en el prólogo, busca contagiar su “deseo de conseguir que algo perviva, de recuperar el pasado, de evocar lo olvidado, de dar la palabra a lo que está sumido en el silencio y de llorar por lo perdido”.
El libro está basado en sucesos reales que proceden de su acopio de documentación de causas perdidas, olvidadas o en proceso de descomposición. Y aunque en algunos de los relatos la autora opta por la crónica o el ensayo para volver a dar vida a lo perdido, en la mayoría prefiere acercarse al asunto desde la literatura, con narraciones en las que aparece el monólogo interior, el relato biográfico y también la tercera persona.
Las “cosas perdidas” van desde animales reales, como el tigre del Caspio, o fantásticos, como el unicornio, hasta islas fantasmas, como la de Tuanaki. En algunos de los relatos resulta un tanto forzada la conexión entre la introducción, en la que expone el contexto histórico de la desaparición, con el relato que sigue. Resultan desconcertantes algunas narraciones, como la que dedica la autora a describir de manera muy pormenorizada el entorno natural de su ciudad natal, Greifswald, o la que tiene como protagonista a un matrimonio del antiguo Berlín Oriental.
El recurso a la literatura, a pesar de la calidad narrativa, perjudica a la intención general del libro, ya que ensombrece el anhelo de dar vida al pasado, abordado en esos casos de manera quizás demasiado rebuscada o tangencial.
Resultan más interesantes los relatos históricos, como el que protagoniza Mani, el fundador del maniqueísmo, o el de la isla desaparecida de Tuanaki o el que se sustenta en los perdidos “cantos” de Safo de Lesbos. O el que cuenta la excéntrica historia de Armand Schulthess y su monumental enciclopedia del valle de Onsernone.
Hay algo en el ser humano que le predispone hacia la posteridad. Sin embargo, nuestra naturaleza y la de lo que nos rodea nos encamina hacia la muerte. Gracias a la literatura, para Schalansky, tenemos la oportunidad de rescatar y provocar buscados o inesperados reencuentros.