Adam Walker está a punto de morir y recuerda en forma de libro los hechos ocurridos cuarenta años antes, en 1967. Envía a Jim, un antiguo amigo, ahora famoso escritor, los manuscritos de los tres primeros capítulos. Cómo conoció en NY a una extraña pareja, Rudolf y Margot, cómo los reencontró en París tras haber roto con ambos, su estrecha relación con su hermana Gwyn y su amistad en París con la intelectual Cécile, son los elementos narrativos.
El libro se lee de corrido gracias a la habilidad de Auster, con una imaginación que no se detiene una vez echa a andar, con clímax y novedades en cada parte del relato. Las dos primeras partes de este libro de Auster son los manuscritos de Adam tal como los recibió Jim, la tercera es elaboración de Jim a partir de notas de Adam. La cuarta es una parte del diario de Cécile. La cuestión es que Gwyn aporta al final claves que ponen en duda la verdad de todo lo anterior. Es decir, ficción dentro de ficción, mentira dentro de mentira, siempre que Gwyn diga la verdad.
La historia se centra en la vorágine erótica que vivió Adam en el verano de ese año, instigada por Margot y alimentada por la pasión sexual que sentía por su propia hermana. Que esta se consumara (como dice Adam) o no (como dice Gwyn) da igual, porque el lector ya ha tenido que pasar por una transgresora y antinatural historia contada con todo tipo de detalles. Auster juega con sus personajes y quizás asustado por su inaceptable atrevimiento hace pensar al final que todo ha podido ser la fantasía libidinosa de un agonizante. Todos los demás detalles de libro (la familia de Adam, su vocación literaria, el auténtico trabajo de Rudolf, la vida de todos después de 1967, etc.) no son más que la guarnición del gran secreto de Adam (real o no). Ante una historia tan falsa y rebuscada, el virtuosismo artístico de Auster (manejo de voces narrativas, ritmo, control de la historia…) queda muy en segundo plano.