Ya sea en sus libros de divulgación –El taller de la filosofía, por ejemplo-, ya sea en los artículos que escribe para la prensa, en Jaime Nubiola destaca esa sabiduría que sabe ver en lo cotidiano una invitación a pensar, por emplear el título de este breve y profundo ensayo. Lo que pretende el autor en estas páginas es explicar que la vida intelectual no es patrimonio exclusivo de personas destacadas. Nubiola ofrece pistas, herramientas, ideas para adentrarse en esa tarea propiamente humana que es el ejercicio de la inteligencia. En el fondo, este profesor de filosofía busca rescatar de la superficialidad al hombre de hoy, consciente de que los cantos de sirena del consumo, la pereza y la comodidad pueden ser atractivos, pero dejan al sujeto en un profundo y aburrido vacío.
¿Cuáles son las características del hombre sabio y prudente? Se trata de un hombre que lee, que escribe, pero que trabaja; que sabe utilizar las nuevas tecnologías y las aprovecha, pero que no pierde el tiempo; que es creativo, comprometido y familiar; que se preocupa por los problemas de su tiempo y se esfuerza en resolverlos; un hombre, en fin, para el que nada de lo humano le es ajeno. Y todo con sentido del humor: ¿Quién ha dicho que la profundidad esté reñida con la risa?
A partir de anécdotas o lecturas, conversaciones o recuerdos, Nubiola trae a colación esos temas imperecederos que sirven para demostrar que, por muchas que sean las vicisitudes de la historia, al hombre siempre le han preocupado los mismos temas: la paz interior, la amistad y la familia, la política, la religión, la paz mundial y la enseñanza universitaria… El ensayo concluye con un capítulo en el que se ofrecen sugerencias para cultivar por nuestra cuenta la inteligencia; en el fondo, la idea es la de siempre: deseo de aprender y lanzarse. Invitación a pensar es un ejemplo de que ese afán por la sabiduría puede contagiarse con facilidad.