Con un sugestivo título, Manel Ollé, profesor de Historia y Cultura en la Universidad Pompeu Fabra, ofrece un amplio panorama del Este asiático en los siglos XVI y XVII. Describe las interrelaciones comerciales y culturales que operaban desde la costa suroriental de China hasta el archipiélago filipino, y que conectaban también las numerosas islas.
Para el comercio, eran muy importantes los monzones, que ayudaban a impulsar innumerables embarcaciones procedentes de Japón, Borneo y Macao, entre otros lugares, hasta las costas filipinas. Ollé explica con detalle la victoria de los españoles sobre los piratas japoneses en la batalla de Cagayán, en el norte de la isla de Luzón, en 1581. También se refiere a la Isla Hermosa (hoy Taiwán) como objetivo deseado por su valor estratégico, y a la presencia española allí durante 16 años.
Además de lo comercial, se dieron avances culturales. Por ejemplo, se explica lo que supuso la publicación en 1703 de El arte de la lengua mandarina, escrita por el dominico español Francisco Varo, y que tuvo gran difusión.
Ollé se refiere ampliamente a Manila, conquistada en 1571, y a la provincia de Fujian, en la costa suroriental de China, puntos que constituían el “centro de gravedad” de esa parte del mundo. Analiza, asimismo, el impacto que tuvo la llegada de los españoles a Filipinas, donde habitaban musulmanes, y el contacto de estos últimos con lenguas, tradiciones y creencias nuevas. Fueron muy relevantes las iniciativas misioneras, que trataban de acercarse a la cultura de los naturales, aprender su lengua y traducir a ellas los principios del cristianismo. Ahora bien, las relaciones de los españoles, asentados en Filipinas, con el Imperio chino fueron sumamente complejas, entre otras razones, porque la dinastía Ming eludía sistemáticamente cualquier contacto con los extranjeros, a los que consideraba bárbaros.
A lo largo de las páginas del libro se destaca el protagonismo del Galeón de Manila, como punto de aproximación entre el Pacífico oriental y el occidental. Los cargamentos, llenos de ricas sedas, porcelanas, objetos de decoración, altamente apreciados por los habitantes de Nueva España, se transformaban, en el viaje de retorno, en multitud de manufacturas, fardos de cochinilla, vainilla, cacao, azúcar de caña, y sobre todo de las muy apreciadas monedas de plata llamadas tostones, y reales de a ocho, que circulaban como moneda en China.
En suma, esta obra constituye una aproximación muy útil a la realidad del mundo asiático de los siglos XVI y XVII, tantas veces ignorado por la cultura occidental. El libro va acompañado de una abundante bibliografía.