Rialp. Madrid (2005). 304 págs. 19 €.
Si desde sus comienzos la inteligibilidad de la fe ha ocupado a los cristianos, sigue siendo necesario hoy explorar las distintas vertientes de las relaciones entre fe y razón. Pablo Blanco, profesor de Teología y autor de una semblanza de Ratzinger (ver Aceprensa 59/05), imprime agilidad, claridad y atractivo al desarrollo de este tema. A través de amplias citas de obras teológicas de Ratzinger, que constituyen el cuerpo del texto, nos muestra las dimensiones personalistas y estéticas, la claridad expositiva en el tratamiento de temas complejos, como las señas de identidad del rico quehacer teológico del actual pontífice.
El acto de fe, su reflexión racional y la ciencia de la fe, contituyen los tres bloques de reflexión alrededor de los cuales la teología de Ratzinger surge con toda su tersura. Los textos seleccionados muestran los amplios conocimientos del teólogo, pastor y profesor, en los que dialoga con santo Tomás, Rahner, san Agustín, Pascal, etc. En esos textos aparece un Ratzinger no únicamente erudito, sino conversador radiofónico, conferenciante internacional, profesor universitario, que trata temas humanístiscos -como la libertad, la verdad, la historia, las culturas, las religiones- con la luz de la fe, y temas teológicos con una excepcional sabiduría. De la personalidad de Joseph Ratzinger se da cuenta en los excelentes prólogos.
Pablo Blanco resalta que el cristianismo supone una verdadera Ilustración, una reivindicación de la razón que se había vuelto pusilánime ante la metafísica, el racionalismo y el positivismo.
Este es uno de esos libros que se puede leer a distintos niveles, conforme a los conocimientos previos del lector. Puede resultar interesante a todo cristiano -sea teólogo o no-, y a todo intelectual de cualquier creencia, si está resuelto a hincar el diente de su inteligencia a estas líneas, si se dispone a buscar la verdad que Ratzinger muestra. Y lo hace de un modo sugerente y sugestivo, no por una pretendida brillantez, sino porque resalta con humildad, sin sombra de fatuidad, la luminosidad intrínseca de la fe.
Patricia Morodo