Cuando se celebra el centenario de la canonización de Juana de Arco, se publica de nuevo el libro que la escritora inglesa Vita Sackville-West escribió sobre ella en 1936 y que se ha convertido en un clásico. Sackville-West realiza un riguroso estudio sobre la figura de la santa, a partir de su nacimiento en el pequeño pueblo de Domremy en 1412. La autora describe brevemente la fisonomía y el carácter de Juana, y destaca su gran sentido común y su sagacidad, así como su gran fuerza de voluntad.
Es en el marco de la guerra de los Cien Años, que enfrentaba a Francia e Inglaterra por el trono francés, cuando irrumpe la figura de Juana de Arco, a quien unas voces celestiales le habían comunicado su misión de salvar a Francia y hacer posible la coronación del delfín Carlos, heredero de la casa de Valois.
Acompañada por un creciente número de caballeros, vestida con ropa masculina y armadura, Juana, con su estandarte blanco en el que se leían los nombres de Jesús y de María, encabezaba con arrojo las salidas contra el ejército inglés, y enardecía a la población, que no dudó en aclamarla como una heroína venida del cielo.
Vita Sackville-West destaca su primer gran triunfo en la batalla de Orleans, y las victorias del ejército francés que siguieron, hasta llegar a la entronización del delfín con el nombre de Carlos VII el 17 de julio de 1429, en la catedral de Reims, donde la santa ocupaba un lugar destacado cerca del nuevo rey.
También se relatan circunstancias adversas, como cuando cayó prisionera de los ingleses, quienes la acusaron de brujería, hechicería, idolatría y herejía. El proceso contra ella, que la autora considera una farsa urdida para terminar con su vida, tuvo lugar en Ruan en mayo de 1431. Se describe la angustiosa situación de Juana, atada con cadenas y abandonada por todos, y se resalta que uno de los mayores sufrimientos que padeció fue el no poder contar con los auxilios espirituales. Antes de morir en la hoguera, Jesús fue la última palabra que pronunció.
Tan solo diecinueve años más tarde, en 1450, empieza su proceso de rehabilitación, y en 1456 el Papa Calixto III revoca la sentencia que la condenó. En 1920 fue canonizada.
Sackville-West, que confiesa no ser creyente, trata con respeto la figura de Juana de Arco y su fe. Destaca su afán de objetividad, así como el deseo de evitar cualquier forma de sentimentalismo religioso. Se trata, pues, de un estudio extraordinariamente documentado al que acompañan varios mapas, apéndices y tablas que ayudan a comprender la situación histórica que atravesaba Francia.