Las novelas de Jane Austen (1775-1817) reflejan muy bien el tradicional costumbrismo de la aristocracia inglesa. Tanto en Orgullo y prejuicio (1813) como en Emma (1814) y Persuasión (1815), Austen convierte en literatura –siempre desde un punto de vista muy femenino– la formalista sociedad en la que vive, sobre la que aplica su actitud moralista y una crítica suave, sin llegar a lo mordaz. Todas sus novelas están ambientadas en los mismos lugares geográficos y reiteran unos mismos conflictos, entre los que el matrimonio y la situación económica de los personajes son las circunstancias más importantes.
Juicio y sentimiento (1811) es su primera novela. En ella presenta el contraste emotivo y sentimental que existe entre dos hermanas, Elinor y Marianne, hijas de la viuda señora Dashwood. La descripción de sus sentimientos le da pie para ofrecer un amplio fresco de la aristocracia y la clase media adinerada. Las obligadas relaciones sociales nos muestran un mundo de férreas convenciones, donde las apariencias y las normas de urbanidad definen la educación. Todos los personajes, por su nivel social y su desahogada situación económica, viven sólo para las visitas, las amistades, el cultivo de las artes, las tertulias diarias, las diversiones y el amor. Los buenos modales son la carta de presentación, aunque a menudo muestran también la ridiculez de un mundo, ya olvidado, que se sustenta en la cíclica repetición de actos estereotipados. Jane Austen muestra también los desvaríos e injusticias que pueden cometerse cuando se juzga a las personas sólo por su renta.
Para un lector actual, zambullirse en las novelas de Jane Austen supone entrar en un delicado y lejano mundo que puede pecar de artificioso y formalista. Pero así eran las cosas. Por eso también puede surgir la nostalgia al analizar los buenos principios y la autenticidad de las relaciones sociales. Lo mejor de la novela es el estilo elegante y cuidado, acorde con el ambiente que retrata, y la capacidad de la autora para penetrar en los vaivenes psicológicos de los personajes, especialmente en los fracasos amorosos de las dos hermanas.
Elinor encarna el juicio, la firmeza del entendimiento, el corazón generoso y el dominio de sí; Marianne, amable e impaciente, más sensible y romántica, sufre cuando su amor no es correspondido. A su lado están los personajes masculinos: el arrogante Willoughby, el delicado y afectuoso coronel Brandon y el tímido e inteligente Edward. Y como telón de fondo, una sociedad etiquetada que puede perder el sentido y las formas ante un detalle de mala educación.