Continua la serie “Los crímenes de Fjällbacka”, inaugurados con la novela La princesa de hielo, y esta es la décima entrega, con los mismos personajes y los lugares habituales, muy conocidos para los seguidores de esta autora: desde el comisario Bertill Mellberg –que tiene poco de jefe– y su perro Ernst, hasta Patrik, Gosta, Paula, Martin y Annika. Y, junto con ellos, la auténtica detective, Erika Falk, esposa de Patrik y sobre todo escritora, y sus tres hijos, que se encargan de dar un tono de normalidad en una sociedad en la que no hay prácticamente estructuras familiares.
Tampoco falta algo ya habitual en las novelas de la autora sueca: un hecho histórico que conecta con el presente y que, en esta ocasión, relata un episodio de brujería del siglo XVII. El argumento de La bruja se centra en dos asesinatos: el de la niña Stella, que ocurrió hace treinta años; y el de Nea, otra niña, que sucede en la actualidad y con los mismos sospechosos, ya que las dos niñas de trece años que fueron declaradas culpables del primer crimen vuelven a encontrarse –ya mujeres– en el mismo lugar y en el mismo momento en que se produce el segundo asesinato.
Como es habitual en las novelas de Läckberg, la amena descripción de los personajes y del entorno favorece que los lectores se sientan atraídos por la narración, a la que poco a poco va incorporándose la acción. Y aunque la tensión se interrumpe con frecuencia, al alternar el crimen de hace treinta años y el episodio del siglo XVII, la tensión crece progresivamente. El relato juega con los aspectos afectivos de los personajes; además, como ya va siendo recurrente en las obras de Läckberg, aparece un amplio muestrario de diferentes conductas sexuales, mostradas con una subrayada normalidad, pero sin estridencias. También aparecen en La bruja algunos ingredientes nuevos que se refieren al contexto social de Suecia, como la presencia de emigrantes y refugiados, que no siempre son bien acogidos por todos, y una juventud desajustada. Por otra parte, la conexión de los dos crímenes contemporáneos con el pasado remoto está tomada por los pelos y se podría haber prescindido de ella.
En conjunto, estamos ante una buena novela policiaca y social, aunque la autora, quizás demasiado pendiente de los aspectos comerciales, introduce en la narración elementos que resultan artificiales y se apartan de la línea genuina de las primeras entregas de la serie de Fjällbacka.