Con la Trilogía de Baztán (El guardián invisible, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta), novelas policiacas ambientadas en Navarra que tienen como protagonista a la subinspectora de la policía foral Amaia Salazar, Dolores Redondo (San Sebastián, 1969) ha cosechado un importante éxito de lectores. En La cara norte del corazón, Redondo arriesga con un alambicado argumento que conecta dos planos temporales distintos: uno en 1992, cuando Amaia, con doce años, pasó más de dieciséis horas perdida en los bosques de su tierra; el otro se desarrolla en Nueva Orleans (EE.UU.), en 2005, cuando la inspectora participa en un intercambio policial en la Academia del FBI.
En la Academia, los alumnos deben hacer prácticas sobre un caso real. En esta ocasión estudian el de un peligroso asesino en serie, al que llaman el Compositor, que ha decidido matar a sus víctimas en días de fuertes tormentas; además, en sus asesinatos recurre a rituales pseudorreligiosos. Durante las sesiones prácticas sobre este caso, Amaia demuestra unas habilidades especiales para desentrañar los métodos y motivaciones ocultas del asesino, reflexiones que llaman la atención de su instructor.
De manera paralela a estas investigaciones, interrumpidas bruscamente por la devastación que causó el huracán Katrina, Amaia recibe una llamada de su tía desde la localidad navarra de Elizondo, que actualiza terroríficos recuerdos familiares que ella daba por sepultados. La autora conecta estas dos historias en un momento personal complicado para Amaia.
Redondo vuelve a destacar en la creación de una peculiar atmósfera psicológica en la que tienen su importancia, como en la Trilogía de Batzán, los ingredientes misteriosos, enigmáticos y atávicos que ha convertido en una de sus señas de identidad narrativas. Una vez más, la trama se construye sobre aspectos insólitos y negativos de la condición humana, que la autora transforma en materia de intriga con un estilo literario atento a lo descriptivo y a lo psicológico. Además, el cambio de escenario en el que transcurre la historia, sin olvidarse del todo del Batzán familiar, añade exotismo a una historia con tintes de novela negra.